"Todo al catalán": Puigdemont y Junqueras miden al milímetro la escena de su reencuentro en Waterloo
El presidente de ERC, Oriol Junqueras, y el presidente de Junts per Catalunya, Carles Puigdemont, se han reunido hoy en la denominada 'Casa de la República' de Waterloo, que en realidad es el domicilio belga del prófugo de la Justicia, con la voluntad de "construir los mejores acuerdos posibles" para Cataluña.
El recién electo presidente de Esquerra Republicana, tras la espantada de Pere Aragonès después de perder los comicios catalanes, ha llegado en torno a las 10:00 horas, acompañado de su secretaria general, Elisenda Alamany, y, tras atender a los medios, ha sido recibido por Puigdemont y por su secretario general, Jordi Turull, en la puerta de la autoprocalamada sede del Consejo de la República.
El cónclave catalán, cargado al milímetro de simbolismo, ha sido el primer encuentro desde que Junqueras y Puigdemont fueron nombrados presidentes de sus respectivos partidos, y en él han acordado "reforzar relaciones y volver a tejer complicidades". Motivo por el que ambos han salido juntos en un vehículo, conducido por el exhiliado, con la matrícula '1-O-2017', la fecha del referéndum ilegal del 1 de Octubre en Cataluña.
Un independentismo simbólico cuidadosamente medido
La reunión entre Puigdemont y Junqueras podría describirse como el reencuentro de dos viajeros extraviados en el laberinto del independentismo catalán que hoy han cruzado sus caminos para hacer frente a una Cataluña cada vez menos tensionada por el separatismo.
El lugar elegido para el encuentro ha sido clave: la 'Casa de la República', como muestran los carteles instalados en la fachada del domicilio de Waterloo. Un encuentro en el que el simbolismo ha imperado sobre el resto.
En el salón, dos sofás y una mesa. Los líderes de Junts sentados en uno, y los de ERC justo en frente, junto a una 'señera', la bandera catalana, y otra de la Unión Europea. Por si ese simbolismo fuera poco, encima de la mesa se ven decenas de libros. Cualquier podría pensar que es la decoración habitual de la casa, pero lo cierto es que son otro componente más de simbolismo.
Sobre ella reposan libros que enaltecen la identidad de Cataluña, de ahí que todos estén en catalán, y que mandan un mensaje claro de lo que quieren transmitir: sus intereses están por y para Cataluña. En él se observa el libro 'Acorar', de Toni Gomila, que es una reflexión sobre la identidad colectiva de los pueblos, que yace junto a otro del pintor catalán Lluís Roura y una 'Biografía de Girona', de Joan Boadas. Sin embargo, son dos los que más llaman la atención sobre la mesa: 'Dissidenti', 'Disidentes' en español, que versa sobre la vida de "exiliados, encarcelados y perseguidos", como dice ser Puigdemont, y el libro cómic 'No passaran!' (en español 'No pasarán!') en su edición en catalán, haciendo una referencia a los intereses de los españoles frente a los de los catalanes.
Tras Puigdemont, postrada en el suelo y pegada a la pared, se encuentra lo que parece ser una de las famosas urnas utilizadas durante el referéndum ilegal del 1-O. En el resto del salón, se oberva cómo, en una estantería, el expresident luce un 'skyline' de Barcelona, con la Sagrada Familia destacando sobre el resto, mientras que encima del piano luce un escudo del Principado de Cataluña, enalteciendo y reivindicando así las instituciones propias de las que gozó en la Edad Media. Sobre él, se observa un plano del Arco del Triunfo de Barcelona, donde Puigdemont reapareció el pasado mes de agosto, antes de fugarse de nuevo, y, a su lado, reposa lo que parece ser una caricatura de la Catedral gótica de la ciudad condal.
Un ecuentro, en definitiva, que, más allá del acercamiento de posturas, ha querido mandar un mensaje de unidad y supremacía independentista frente a la cohesión social que el territorio atraviesa en la actualidad.