Cuando Marcela Navascués (1967), artista vasca afincada en Oporto, visitó por primera vez los sitios de arte prehistórico del Valle del Coa en Portugal, sintió una fuerte conexión, esa que se experimenta al descubrir la resonancia de una obra ajena con la propia, a pesar de estar separadas por más de 10.000 años de distancia. La creadora supo al instante que trabajaría con el material para plasmar la comunión artística entre iguales y traerla al presente. No es para menos: este complejo arqueológico con cientos de grabados en piedra (figuras animales, antropomorfas y abstractas), es el mayor lugar al aire libre de arte paleolítico en Europa (y probablemente del mundo) y fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1998 tras...
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