Muchos temas
Muchas cosas están ocurriendo y se hace difícil elegir un tema para comentar con usted. Lo más importante, a mi forma de ver, es lo que menos atrae lectores: el cambio en el orden mundial. Es un ciclo de prácticamente ochenta años que llega a su fin, y que se muestra en esta semana en Estados Unidos, abandonando tanto la Convención de París como la Organización Mundial de la Salud. Ya no es seguro que Naciones Unidas pueda sobrevivir tal y como la conocemos hoy y eso no es asunto menor. Por otra parte, hay también un giro en la política exterior estadounidense hacia el control de lo que se suele llamar “hemisferio occidental”. Por eso la insistencia de Trump sobre Groenlandia, el único territorio relevante con gobierno europeo en estos rumbos. Por eso la primera gira de Marco Rubio a Centroamérica y el Caribe. Y por eso la presión sobre nosotros.
Pero le digo que eso no parece interesar mucho a los mexicanos, que aprendemos desde niños que el mundo no existe, porque nuestra historia mítica ha tenido que borrar ese contexto para poder crear héroes y villanos adecuados al discurso legitimador, centenario, de la Revolución. Ese discurso que el anterior presidente exprimió al máximo y que ahora deja a su sucesora en el papel de Juan Escutia frente a la presión exterior. Hay que cerrar filas, dicen, frente a un imaginario enemigo externo, olvidando que nada más la mitad de los mexicanos realmente respaldó su triunfo. Lo demás se ha sumado con fraude, extorsión, abuso y así es difícil pedir unidad.
Máxime cuando hemos sido testigos del deterioro de la vida pública en los años recientes. Si bien la violencia tiene décadas, nadie nos pedía abrazar criminales, y nadie nos dejaba sin vacunas y medicinas. En ningún momento, desde hace 150 años, fue tan peligroso circular por los caminos de México como lo es hoy. Si, en esas condiciones, hay una mitad de los mexicanos que respalda esta opción de gobierno, es porque se ha repartido dinero a manos llenas. Pero justamente ese es otro problema que se tiene que enfrentar y que no desaparecerá por andar hablando de masiosare.
Desde 2023, las transferencias y pensiones se llevan más recursos que la operación del gobierno. Porque esas transferencias crecieron y porque el gobierno dejó de hacer su trabajo: en salud, en seguridad, en educación, en infraestructura. Y no hay manera de reducir ese gasto o incluso de que deje de crecer. Desde 2023, para financiarlo hubo que recurrir a una deuda creciente, que ahora llega a los límites razonables para un país como el nuestro, de gran informalidad y baja recaudación.
La única manera de evitar un problema financiero serio es reducir significativamente la inversión pública, a niveles inferiores al 2% del PIB, los más bajos en la historia registrada. Con eso ni siquiera se puede dar mantenimiento a carreteras, presas, instalaciones estratégicas. Pero si no se toma esa decisión, los mercados nos castigarán, y el único camino a seguir será la espiral inflacionaria. Por eso mejor buscan el pleito con Trump, para que sea él el culpable.
La pluralidad de México no desapareció con los fraudes, extorsiones y abusos que han dado un poder excesivo a la Presidencia. La pluralidad se refleja en las 28 organizaciones que han solicitado ya su registro para convertirse en partidos políticos. Merece, para mí, mención especial Somos México, un esfuerzo cuyo eje es el Frente Cívico Nacional, que dio la batalla más aguerrida en las elecciones pasadas, pero sin contar con la organización suficiente para tener éxito. Por eso la transformación en Somos México, que ya ha causado represalias del INE y ataques en redes.
Eso es lo que se necesita, unidad en la pluralidad, y no subordinación a quienes no tienen más proyecto que el suyo. Muchos temas, le digo.