Al menos 22 muertos por el ataque israelí en Líbano
A pocas horas para el final del plazo de dos meses de tregua acordado por Israel e Hizbulá, el Gobierno libanés acusó ayer a Tel Aviv de acabar con la vida de 21 civiles y un militar y de herir a al menos 124 personas más en ataques dirigidos contra comunidades que intentaban regresar a sus hogares -desafiando las advertencias de Israel hasta en 60 municipios- en el sur del país. Como anticipaban las autoridades israelíes esta semana, el Ejército israelí no ha cumplido el plazo estipulado de 60 días para la retirada de sus fuerzas del sur del país levantino alegando que las fuerzas armadas libanesas no han completado el despliegue en la zona.
Desde el Ejército libanés, que en teoría iba a reasumir las competencias de seguridad tras la retirada israelí, se denunció ayer que “el enemigo israelí prosigue su agresión contra los ciudadanos, causando más mártires y heridos, y negándose a respetar el acuerdo de alto el fuego y a retirarse de los territorios libaneses”.
Las fuerzas armadas libanesas confirmaron la muerte de un militar en la carretera entre las localidades de Marwahin y Tiro “como resultado de los disparos del enemigo israelí en el contexto de sus continuos ataques contra ciudadanos y personal del ejército en las zonas fronterizas del sur”.
El portal de noticias Kataeb, afín a Hezbolá, ha confirmado la existencia de manifestaciones en las tres poblaciones mencionadas, donde varios concentrados, algunos de ellos enarbolando banderas de la organización de base chiita, intentaban romper los controles todavía en vigor del Ejército israelí.
Por su parte, los mandos militares israelíes habían evitado al cierre de esta edición referirse a lo ocurrido este domingo y se limitaban a admitir una actuación en el sur del Líbano, donde sus efectivos “abrieron fuego para eliminar una amenaza tras identificar a varios sospechosos que se acercaban en su dirección”, en un suceso que ha terminado con el arresto de “varios sospechosos”. “Las FDI están desplegadas en la zona del sur del Líbano, continúan actuando de acuerdo con los entendimientos entre Israel y Líbano, y vigilarán los intentos de Hezbolá de regresar a la zona”, concluía en un comunicado publicado en la red social X el Ejército israelí.
La tregua alcanzada el 27 de noviembre pasado entre el Gobierno de Benjamin Netanyahu y la milicia proiraní Hizbulá puso fin a más de un año de intermitente guerra entre las fuerzas
israelíes y la que fuera la más poderosa de las milicias proxy de la República Islámica en Oriente Medio. La respuesta del Tsahal al goteo de lanzamiento de proyectiles por parte de Hizbulá hacia su territorio, iniciada tras la infiltración terrorista de Hamás el 7 de octubre de 2023, se intensificó a mediados del pasado mes de septiembre, y en menos de dos meses la ofensiva israelí había liquidado a la dirección militar y política de la organización chiita y menguado seriamente su poder militar.
El nuevo escenario en el país del cedro ha permitido la reciente elección de un presidente de la República y de un primer ministro, dos hitos que no se explican sin la debacle sufrida por Hizbulá y el desmoronamiento de la dictadura de Bachar al Asad.
Si bien el rechazo a la estrategia militar de Hizbulá durante años es generalizado en el país levantino, como lo es, por ende, el apoyo a la exclusiva presencia militar del Ejército libanés en las comarcas septentrionales donde la milicia proiraní tenía su feudo, el regreso de los centenares de miles de desplazados internos a sus hogares en el sur cuenta igualmente con el respaldo del conjunto de la población libanesa.
Aunque no se prevé una vuelta a las andadas por parte de Hizbulá, la actuación de las fuerzas israelíes supone un regalo en forma de argumentos para las bases de la organización político-militar libanesas en sus horas más bajas. Antes de la sangrienta jornada de ayer, este sábado el nuevo presidente libanés, Joseph Aoun, pedía ayuda al jefe del Estado francés Emmanuel Macron para forzar la retirada definitiva de las tropas israelíes.