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Los extremos se juntan

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¿Entonces tú crees que el saludo de Musk fue un saludo nazi?

Por supuesto. Ha hecho público su apoyo al partido de la extrema derecha alemana. Para que no cupiera duda, dos días después de haber hecho el saludo nazi participó en un mitin de esa agrupación. Se trata sin duda de un gesto fascista.

Pero Milei, que lo defendió, dijo que era un “gesto inocente”.

Nadie debe hacerse ilusiones sobre Milei. Su defensa de Musk revela un nazismo extremo. Los que lo defienden señalan el buen rumbo que está tomando la economía argentina. Con Pinochet la economía chilena tuvo también un buen desempeño. Y Hitler sacó de la pobreza a Alemania. En estos casos el crecimiento económico fue acompañado de una política de terror: persecución, tortura y muerte a los adversarios políticos. Una política que no ha seguido hasta el momento Milei, pero su defensa del “inocente gesto” de Musk señala con claridad cuál será su derrotero.

¿Cómo explicas el resurgimiento de la extrema derecha en el mundo?

Como reacción al populismo de izquierda, cobró forma el populismo de derecha. La gran perdedora de las reapariciones de los extremismos políticos ha sido la democracia. Paradójicamente, los populismos de ambos bandos se ven a sí mismos como democráticos, como abanderados del “pueblo”. Así como la reacción a la revolución soviética y al ascenso de la izquierda en Europa tuvo como desenlace el surgimiento de la extrema derecha fascista, de modo análogo la extrema derecha actual se nutre del rechazo a la izquierda populista.

¿Qué factor detonó la reaparición del populismo de izquierda?

La historia no se repite, como afirmó Mark Twain, “pero a menudo rima”. La crisis económica de 1929 impulsó la aparición de diversos movimientos de carácter socialista, que trajo como reacción el surgimiento del fascismo. La crisis económica del 2008 propició la aparición y auge del populismo de izquierda y, de manera reactiva, la reaparición de la extrema derecha admiradora del fascismo, como lo pone en evidencia el gesto nada inocente de Musk y la defensa de Milei.

¿Trump es fascista? ¿Lo son sus fervientes seguidores Musk, Bukele, Milei?

Si entendemos al fascismo como un movimiento antidemocrático, ultranacionalista y de extrema derecha, el trumpismo es fascista. A esas características yo añadiría un desprecio por los derechos humanos y por los medios de comunicación adversos, un rechazo abierto del pluralismo, la preferencia por el uso de la fuerza en lugar de la razón y la ciencia. Esas características las comparte con los personajes que citas.

Algunas de esas características son similares a las de los gobiernos populistas de izquierda.

Los extremos se juntan. La extrema izquierda y la extrema derecha tienen un enemigo en común: la democracia, no entendida en su sentido más básico de mayoría simple de votantes, democracia entendida como equilibrio de poderes, límites constitucionales al poder omnímodo, respeto a las minorías y a la libertad de expresión, tolerancia en su acepción más noble.

¿No es una exageración decir que el populismo mexicano representado por Morena tiende hacia el fascismo?

El de Claudia Sheinbaum no es un gobierno basado en la Constitución, la que ha violado y modificado en repetidas ocasiones para obedecer el capricho del presidente López Obrador (como sigue llamándolo Sheinbaum, por algo será), sino en la fuerza de dos poderes: el legal (vivimos en una sociedad militarizada) y el ilegal (complicidad de facto con los grupos criminales, puesta en evidencia con la defensa a ultranza que han hecho del gobernador de Sinaloa, de la familia Monreal y sus vínculos con el narcotráfico, y de Adán Augusto López y sus ligas con los huachicoleros de Tabasco). La fuerza legal —los militares tienen derecho y lo ejercen de espiar a los opositores— e ilegal —el narco asesina a los periodistas incómodos— son usadas en contra de la sociedad para tenerla bajo control. La forma en que este gobierno pisotea los derechos humanos (en este sentido la reelección de Doña Piedra es ejemplar) es también una muestra de la aplicación desmedida de la fuerza para contener la disensión social. Eso es fascismo, a no dudarlo.

Si tanto el gobierno de Trump como el de Sheinbaum son antidemocráticos, se apoyan en la fuerza, violan los derechos humanos y tienden al fascismo, ¿por qué no se entienden?

Es cuestión de tiempo. Trump está presionando al gobierno de Sheinbaum para que éste ceda a sus demandas. Y Sheinbaum terminará doblándose tal como lo hizo López Obrador. El discurso nacionalista es de dientes para afuera. Ahora mismo México ya está aceptando migrantes como tercer país, ya dispuso una fuerza de 30 mil guardias nacionales en la frontera, ya lanzó un programa económico que limita las inversiones chinas. A corto plazo no, porque Trump tiene que aparentar que cumplió sus promesas de campaña, pero a mediano plazo Trump elogiará la inteligencia de Sheinbaum, como lo hizo con López Obrador, al que llamaba “Juanito Trump”. Los extremos se juntan.




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