Enero es, para muchos, más largo que un día sin pan . Parece interminable. Tras las celebraciones y la euforia de diciembre, los 31 días de enero se sienten especialmente largos. Pero, ¿qué hay detrás de esta sensación? Azucena Martín , una biotecnóloga y divulgadora almeriense dedicada a la divulgación científica, ha explicado las razones desde una perspectiva científica y psicológica en su cuenta de X, antes Twitter. El mes de diciembre está lleno de celebraciones, fiestas, regalos y reuniones familiares . Para muchas personas, es una época de felicidad y placer . De esta manera, tanto las vacaciones como los eventos sociales se convierten en protagonistas. Aunque no todos disfrutan de la Navidad de la misma manera, en general, se asocia con una etapa del año que genera momentos de alegría. Por esta razón, «el primer culpable de que el mes de enero se nos haga tan largo es el mes de diciembre», afirma Azucena Martín. Estos momentos de felicidad están relacionados con la liberación de dopamina . Esta hormona actúa en los sistemas de recompensa del cerebro y nos proporciona sensaciones placenteras, que nos motivan a repetir aquellas actividades que resultan beneficiosas. Las relaciones sexuales o el consumo de alimentos ricos en energía como el chocolate son dos actividades que generan una gran cantidad de dopamina y, por tanto, «una gran sensación de placer» , señala Martín. A esta sensación se le une la percepción de que el tiempo pasa más rápido cuando estamos disfrutando. «Cuando lo pasamos bien parece que el tiempo pasa volando» , reconoce esta divulgadora almeriense, quien añade que al haberse hecho tan corto, la persona tiene la necesidad de repetir. «Es un win win evolutivo», puntualiza. Por ello, diciembre nos parece un mes más corto que enero, aunque ambos tienen exactamente el mismo número de días: 31. Enero llega sin las festividades que caracterizan a diciembre. Es un mes marcado por la vuelta a la rutina, el retorno al trabajo y la falta de grandes eventos que generen entusiasmo. Esto contribuye a que muchas personas perciban el tiempo de una manera más lenta que en diciembre. Además, el comienzo del año suele traer consigo cierta incertidumbre sobre lo que nos depara el futuro . A esto se suma que enero es un mes en el que muchas personas se encuentran con dificultades económicas tras los fuertes gastos realizados en diciembre . Esta combinación de factores genera una sensación de desazón que puede incidir en la ralentización de nuestra percepción del paso del tiempo. «Es algo similar a cuando nos caemos y todo se ve a cámara lenta», explica Azucena Martín. En este sentido, numerosos estudios psicológicos han demostrado que las emociones también influyen en cómo percibimos el tiempo . Por ejemplo, el miedo puede hacernos sentir que el tiempo se alarga. Tanto es así que, cuando vemos una película de terror , parece que las manecillas del reloj no avanzan. Aunque enero no genera terror o miedo como tal, sí puede asociarse con una sensación de carga emocional o incomodidad que afecta nuestra percepción. Otro motivo que podría explicar por qué enero se siente tan largo es el 'efecto Mandela' . Este fenómeno hace referencia a la creación de recuerdos colectivos que, aunque falsos, son asumidos como reales por muchas personas. El término surge de la creencia de que Nelson Mandela había muerto en prisión . Sin embargo, aunque eso nunca ocurrió, muchas personas lo recuerdan como si hubiera sido cierto. Azucena Martín recurre a la cultura popular para explicar el efecto Mandela. De esta manera, muchas personas recuerdan la frase «Luke, yo soy tu padre» de la película Star Wars . Sin embargo, aunque la frase real es «No, yo soy tu padre» . En este sentido, Martín explica que «a base de escuchar a otras personas decir estas y otras cosas parecidas, nos hemos hecho un imaginario colectivo falso y nuestro cerebro ha rellenado los huecos con imágenes y recuerdos falsos». Si trasladamos el efecto Mandela al caso del mes de enero, nos encontramos con que, continuamente, estamos expuestos a la expresión de que es un mes largo. Al adoptar esta idea de forma colectiva, influye en nuestra percepción y terminamos experimentando la sensación de que, efectivamente, enero es interminable. «Como escuchamos a todo el mundo decir lo largo que se hace , al final sentimos que a nosotros también se nos hace eterno», puntualiza la biotecnóloga almeriense. Enero puede parecer eterno por una combinación de factores psicológicos, emocionales y sociales. Sin embargo, con el final de este mes llega febrero, el más corto del año . «¿Lo pondrían así por eso?» , se pregunta Martín. Quizá nunca lo sabremos, pero, sea como fuere, febrero trae consigo un evidente cambio en nuestra percepción del tiempo.