Palabras de Labastida para Morena
La semana pasada y ayer la presidenta Claudia Sheinbaum ha citado en Palacio Nacional el libro La duda sistemática, de Francisco Labastida. La morenista ha utilizado fragmentos de esa publicación de 2024 para denunciar a Ernesto Zedillo, “bestia negra” de este sexenio.
Los extractos que han sido leídos y mostrados en la mañanera se refieren a un pacto que habría minado las posibilidades del candidato priista en el año 2000, que no era otro que Labastida, el autor del libro.
En pocas palabras, Zedillo, en medio de la crisis económica por el “error de diciembre”, habría recibido de Estados Unidos fondos de rescate a cambio de auspiciar la derrota del PRI.
Labastida es un político experimentado y un conversador que se prodiga. Hoy, con su texto, desafía a una clase política timorata, poco dada a dejar por escrito su verdad. Enhorabuena.
Ahora bien, se trata de un priista convencido: su manera de entender México proviene de aquel sistema, del que, congruente, no reniega.
De forma que es interesante que la Presidenta de la República, de alguna forma, endose el argumento de un priista clásico, así sea para denostar a alguien no necesariamente famoso por su amor a la camiseta priista como es Zedillo.
Al tomar de referencia a Labastida, al darle credibilidad y espacio en la mañanera, al –en pocas palabras– ponerlo de moda dada la máxima difusión que los contenidos de Palacio reciben en cuentas oficiales y oficiosas, tendríamos que ver qué más dice el autor, ¿no?
Citaré, como la Presidenta, sólo un capítulo, el titulado Reflexión final. En esas páginas, fechadas en la primavera de 2024, el autor sostiene:
“La próxima Presidenta del país tendrá que arreglar una enorme problemática que linda con la catástrofe (…)”.
“El principal obstáculo para que el país y los mexicanos estemos mejor siempre han sido los malos presidentes y el gran poder que tienen; esto ha conducido al gobierno de un solo hombre. Si el país quiere progresar, hay que acotar las facultades presidenciales”.
“México ha tenido gobiernos buenos (pocos), regulares, malos y pésimos. Estoy convencido que durante los últimos 50 años, dentro de la cuarta categoría, los peores presidentes han sido cuatro: Luis Echeverría, José López Portillo, Enrique Peña Nieto y, el más desastroso de todos: Andrés Manuel López Obrador (…)”.
“Veo una creciente y dañina división en México. Polarización la llaman algunos (…) Y se operan campañas articuladas de desinformación por parte del gobierno federal. Por ejemplo, se está atacando como nunca al Poder Judicial y el propósito es evidente: derrumbar los equilibrios, los obstáculos para hacer más fuerte al presidente. De lo que se trata es de concentrar el poder, aún más, en un solo hombre”.
“Los problemas están creciendo todos los días y se están agravando prácticamente en todos los frentes. Las deficiencias en salud, educación, seguridad pública e infraestructura, y de pobreza extrema, continúan aumentando. Los programas son un desastre, carecen de recursos financieros. No hay una sola política coherente, ni una adecuada administración. Las obras faraónicas están concentrando todos los recursos presupuestales; sin duda, arrojarán rendimientos negativos, pero lo peor es que están escatimando recursos a la atención de las necesidades básicas de la población”.
“Este gobierno vive en un mundo de fantasía y a quien no lo comparte y se expresa en dicho sentido se le impugna con intolerancia y autoritarismo”.
“Este sombrío panorama no es inevitable, pero requiere grandes cambios de fondo. Dudo mucho que con el partido Morena en el poder se lleven a cabo”.
Palabras de Francisco Labastida, autor citado por Sheinbaum en Palacio.