Sara Lozano: Migraciones convenientes
Es muy triste el ciclo de la migración que se vuelve evidente para los medios y gobernantes al cruzar la última frontera. Estados Unidos, Alemania, la Unión Europea o cualquier país que ofrezca algunas garantías. Lo único que buscan son oportunidades para hacerse de una vida digna.
Pero el origen está en su tierra natal, este tipo de país que no ofrece ni garantías ni oportunidades. Un lugar en donde las violaciones, los desaparecidos, las balaceras son cosas de todos los días y creen fielmente en su dios que les permitió sobrevivir ese día. Y se lo agradecen porque es el único que puede protegerles. Pero un día, lo saben, les va a tocar porque también ese dios pone a prueba su lealtad y su fe.
Algunas comunidades tienen la suerte de estar protegidos por un buen capo, de ese tipo que ve por la comunidad, que tiene controlado al sacerdote, al policía, al alcalde y al que toda la comunidad cuida. Un visionario que cultiva la paz que le conviene a él y a su negocio. Aun así, las garantías y oportunidades son inciertas, duran lo que tardan en llegar chismes, traiciones o guerras. Por eso es bueno tener a alguien del otro lado.
La corrupción, la justicia sumaria y arbitraria, el Estado de Derecho debilitado. La política, las instituciones públicas y las organizaciones criminales trabajan de la mano.
Es ese tipo de lugar en donde se conoce a la gente del crimen organizado porque en son los vecinos de toda la vida, o bien, los que llegaron y se hicieron cargo del barrio y nada ocurre sin su autorización. Ese tipo de colonias en donde es difícil no involucrarte con ellos porque son la fuente de ingresos y la regla es simple: conmigo o contra mí.
Las familias cooperan para sacar a quien está más en riesgo, o tal vez al más abusado. El sueño es que llegue y así cambiar el destino de toda la familia. Las remesas son haberes en la casa y en la contabilidad nacional, se cuenta con ellas y nadie quiere desestabilizar la economía.
La travesía no es fácil para quien migra, incertidumbre si va por su cuenta y también si se involucra con un coyote. Riesgo constante de enfrentar a un ratero –delincuente o agente–, extorsionado, engañado, manipulado. Y peor cuando conoces el idioma, la cultura y cargas en hombros a la religión.
Los países de origen, de paso, trampolín y de destino fortalecen sus economías con esta fuerza laboral barata y a veces temporal. La delincuencia ha organizado redes y rutas para sacar su tajada del pastel. Y le va bien, por más detenciones que reporten, el grueso del tráfico pasó inadvertido.
Pocos analizan la situación de las personas que tienen que migrar, salvo por el atractivo mediático. Menos aún son los que están dispuestos a generar los cambios y políticas públicas – sociales y económicas – para mejorar las condiciones de esos barrios que expulsan al menos a uno de cada familia.
Hay muchos intereses y ganancias para los países ricos –de destino–, les conviene mantener a gobiernos corruptos y manipulables en los países de origen, incluso con capos visionarios. Hay recursos naturales, humanos, energéticos sin la molestia de cuidar el ambiente o a las personas.
Y ahora resulta que las migraciones masivas son problema para el primer mundo, aunque nadie quiere resolver del todo. Al menos no tanto, esos gobiernos manipulados –que no cuidan a su población– son una mina de oro.
Triste y sometida a intereses económicos, la migración y sus causas pone en evidencia la nueva forma de esclavitud legítima amparada por el derecho internacional.