La deformación en el volcán de Tenerife y el recuerdo de La Palma
Hace días, la noticia de una anomalía geológica en las cercanías del Teide sacudió las redes sociales y los medios de comunicación. La reciente deformación del terreno registrada por los expertos del Instituto Geográfico Nacional (IGN) en Tenerife ha encendido las alarmas, recordando las dramáticas imágenes de la erupción volcánica de La Palma en 2021.
A medida que la noticia se diseminó, la sensación de inquietud se propagó rápidamente entre los tinerfeños y los canarios en general, quienes no han olvidado la devastación de hace apenas tres años. Aunque, por el momento, los expertos han insistido en que esta deformación no implica una erupción inminente, la memoria reciente de La Palma, donde el volcán Cumbre Vieja estuvo activo durante más de tres meses, ha dejado una huella profunda.
La erupción, que comenzó el 19 de septiembre de 2021, destruyó miles de viviendas, afectó gravemente la economía local y obligó a la evacuación de decenas de miles de personas. En Tenerife, como en toda Canarias, el temor persiste y las comparaciones no han tardado en surgir.
Alerta temprana
La deformación detectada en Tenerife se produce en una zona próxima al Parque Nacional del Teide, uno de los volcanes más activos de Europa. Según el IGN, la anomalía registrada es una «inflación del terreno», que puede ser señal de actividad subterránea, pero también puede tener otras causas. Los especialistas han sido cautos, señalando que este fenómeno no necesariamente anticipa una erupción, sino que podría ser simplemente una fluctuación normal en un sistema volcánico complejo. Sin embargo, las reacciones en las redes sociales no se hicieron esperar.
«¿Nos estamos preparando para otra La Palma?», escribió un usuario en X, mientras otro compartió una fotografía del Teide acompañada del mensaje: «¿Volverá a rugir? Canarias no necesita otra tragedia». Es evidente que la erupción de La Palma ha dejado una marca imborrable en la psique colectiva del archipiélago. Para muchos, cualquier señal de alerta se asocia inmediatamente con los horrores vividos hace solo tres años.
Los usuarios más críticos no tardaron en señalar la falta de comunicación adecuada por parte de las autoridades y de los expertos. «Deberían habernos preparado mejor para lo de La Palma», escribió otro tuitero, «y ahora, lo mismo, silencio absoluto hasta que el problema explote». Y es que, aunque los científicos insisten en la calma, muchos consideran que las autoridades han sido lentas a la hora de transmitir información y prepararse ante posibles riesgos.
La erupción de Cumbre Vieja dejó lecciones amargas que aún resuenan. Si bien el impacto de la erupción fue devastador, también reveló fallos importantes en la gestión de la emergencia y la comunicación pública. Durante los primeros días de la erupción hubo confusión, descoordinación y, en algunos casos, contradicciones entre las autoridades locales, regionales y nacionales. El relato oficial cambió a menudo, lo que generó desconfianza y desconcierto entre la población.
A medida que avanzaba la crisis, muchos ciudadanos denunciaron la falta de preparación ante un evento tan previsible como peligroso. Esta experiencia ha sembrado la duda en muchos canarios sobre si las autoridades realmente están preparadas para manejar otra emergencia volcánica de semejante magnitud.
En X se pueden leer un sinfín de mensajes que reflejan esa incertidumbre: «¿Están realmente listos para un nuevo Cumbre Vieja? No me fio», o «¿Qué están haciendo ahora para evitar otro caos?». El gobierno regional y local se apresuraron a asegurar que no hay indicios de una erupción inminente en el Teide, pero la reacción del público fue rápida y dura. La falta de confianza en las respuestas oficiales, exacerbada por la experiencia reciente, se reflejó claramente en las redes. Además, la comparación con La Palma no es solo una cuestión de memoria emocional, sino también de contexto geológico. El Teide, como Cumbre Vieja, es un volcán activo, y cualquier indicio de inestabilidad subterránea inevitablemente hace que los habitantes de la isla miren con desconfianza hacia el futuro.
En medio de este clima de incertidumbre, las redes sociales se han convertido en un espacio de reflexión, pero también de desinformación.
Como es habitual, muchos rumores circulan rápidamente, exacerbando el miedo colectivo. «El Teide está a punto de explotar», «Están callando lo que realmente está pasando», son solo algunos de los titulares alarmistas que inundan las plataformas digitales sin aportar pruebas. Al mismo tiempo, no faltan las voces que piden calma y que critican el exceso de alarmismo. «No debemos caer en el pánico, la ciencia nos dice que no hay peligro inmediato», comentó un usuario de Facebook. «No aprendemos nada de La Palma si cada vez que pasa algo relacionado con un volcán nos volvemos locos».
En este contexto, las redes se han convertido en un terreno de debate, donde la información científica y las especulaciones se mezclan, generando confusión y desconfianza. Lo que está claro es que el archipiélago canario, y especialmente Tenerife, necesita una estrategia de gestión de riesgos volcánicos más clara y efectiva. Si bien las autoridades insisten en que no hay motivos para la alarma, la falta de confianza de la ciudadanía no debe ser subestimada. La lección de La Palma es clara: los ciudadanos deben ser informados de manera transparente y constante, no solo cuando la situación sea crítica, sino también durante los periodos de calma.