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¿Es posible que estalle una tercera guerra del Congo?

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El mundo giró la cabeza este lunes, cuando se conoció que la localidad de Goma, en República Democrática del Congo, había sido conquistada por el grupo rebelde de nombre M23. Los combates por la ciudad comenzaron en la tarde del viernes anterior, enfrentando por un lado al M23 y a sus aliados ruandeses, y por el otro al ejército congoleño, milicianos wazalendo, mercenarios rumanos y una coalición internacional formada por los cascos azules de Naciones Unidas y una fuerza de paz enviada por la Comunidad de Desarrollo de África Austral. Pese a la aparente hegemonía del bando congoleño, la victoria se decantó finalmente del lado del M23.

Hubo caos en las calles. Cortes de internet. Un número indeterminado de civiles asesinados en el curso de los combates. El vicegobernador de Kivu Norte (provincia congoleña de la que Goma es capital), escapó en la noche del domingo a través del lago Kivu, en dirección a la ciudad de Bukavu (capital de Kivu Sur), mientras que el gobernador militar de la provincia, el general Peter Cirimwami, fue asesinado por sus propias tropas dos días antes de la debacle. Natalia Torrent, responsable de operaciones de Médicos Sin Fronteras en Kivu Norte, informó desde la ciudad de Goma de que “estamos preocupados por la situación del agua en Goma porque sabemos que la ciudad no se está abasteciendo de la forma regular. Nos han informado de que algunos casos de cólera ya han sido reportados en algunos centros de salud”.

Torrent añadió que “entre martes y miércoles, algunos de nuestros almacenes fueron saqueados […]. Hemos recibido noticias tristes, porque algunos de nuestros compañeros han sido afectados por estos enfrentamientos y, desafortunadamente, lamentamos la muerte de un colega de nuestro equipo de emergencias y la muerte del hijo de otro compañero. Sabremos que conoceremos más casos en adelante”. Esta es apenas una parte, aunque terrible, de todos los detalles que quedan por conocer sobre los enfrentamientos en la ciudad.

La humillación sufrida por República Democrática del Congo y sus aliados a manos de un grupo rebelde fue apabullante. Tanto, que la rabia del pueblo congoleño se tradujo a lo largo del martes en violentos ataques contra varias embajadas occidentales en Kinshasa, capital del país, pero también contra las delegaciones diplomáticas de Ruanda y Uganda. Los manifestantes culpaban a Occidente por el apoyo habitual prestado a Ruanda, que es el país que financia, arma y dirige las acciones del M23.

Los acontecimientos en curso tienen un amargo regusto a repetición. El M23 ya tomó brevemente la ciudad de Goma a finales de 2012, y LA RAZÓN ha contactado con Julián Gómez-Cambronero, autor del libro ¿A quién le importa el Congo?, para preguntar qué diferencias rescata entre la conquista de Goma en 2012 y 2025. Su respuesta es contunde al señalar, en primer lugar “la respuesta internacional. Mientras que en 2012 Ruanda recibió la advertencia de países donantes de ayuda al desarrollo […] en esta ocasión, si bien puede ser pronto para saberlo, salvo por la excepción de Alemania, que ha anulado las reuniones para negociar esa ayuda, solo se observan condenas verbales sin mayores consecuencias”. Añade en su análisis que “según estamos viendo en el avance del M-23 hacia Bukavu, la toma de Goma sólo parece un episodio de una ofensiva mucho mayor”.

No le falta razón. Tras la victoria en Goma, el M23 inició casi de inmediato un nuevo camino en dirección a la capital de Kivu Sur, imparable, sin encontrarse apenas oposición por el camino, de manera que el jueves por la tarde ya se encontraban a apenas 80 kilómetros de la ciudad. Los hechos parecen indicar que los combates por el control de Bukavu, conocida por ser la puerta principal del coltán congoleño, comenzarán próximamente. Todos los militares congoleños que huyeron del desastre de Goma se encuentran acantonados aquí, aunque el temor de un nuevo enfrentamiento se ve supeditado por uno todavía mayor: la posibilidad de que el conflicto estalle en una dimensión regional. La posibilidad de que estalle la tercera guerra del Congo.

Las palabras pronunciadas este jueves por Corneille Nangaa, uno de los líderes políticos del M23, podrían bastar para considerar este temor palpitante: “Le animo [a Tshisekedi] a seguir combatiendo, pero vamos a seguir luchando contra él hasta que lleguemos a Kinshasa”. Nangaa no llegó a explicar cómo llegarían los rebeldes a una ciudad ubicada a más de 1.500 kilómetros de su posición actual, aunque cabría a recordar en este contexto los sucesos que tuvieron lugar durante la primera guerra del Congo (1996-1997). Entonces, una coalición de fuerzas opuestas al presidente Mobutu avanzaron desde el este del país en dirección a la capital, conquistándola tras apenas seis meses desde el inicio de la ofensiva.

El actual presidente congoleño, Félix Tshisekedi, dijo el miércoles en un mensaje a la nación que “se está llevando a cabo una respuesta coordinada y enérgica contra estos terroristas y sus patrocinadores”, a la vez que hizo un llamamiento a la juventud del país para que se alisten en las filas del ejército regular y hacer frente así a la amenaza que se extiende por las provincias orientales. Condenó igualmente la “inacción” de la comunidad internacional, tal y como había hecho en días previos su ministra de exteriores, Thérèse Kayikwamba Wagner, ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. En las redes sociales, muchos congoleños piden a su presidente la contundente respuesta que promete, pero recuperar Goma ya no es suficiente para los más locuaces: exigen marchar hacia Kigali, la capital ruandesa.

La amenaza de un ataque en suelo ruandés, aunque relativa (es difícil que el ejército congoleño pueda hacer frente a las tropas ruandesas cuando no pudo resistir el embiste de un grupo rebelde), llevó a que el presidente de Ruanda, Paul Kagame, declarase este jueves la movilización de todas las tropas para que sean posicionadas junto a la frontera congoleña, pero también en Kigali. Kagame mantuvo además esta semana dos conversaciones telefónicas con Cyril Ramaphosa, presidente de Sudáfrica, cuyos resultados no fueron esperanzadores.

Ramaphosa calificó en su cuenta de X al ejército ruandés como “una milicia” y aseguró que las tropas sudafricanas que se encuentran en territorio congoleño “estarán bien equipadas y con el apoyo adecuado durante esta misión crítica”. En respuesta a la publicación del sudafricano, Kagame escribió en su propia cuenta que la fuerza de pacificación de la Comunidad de Desarrollo de África Austral, en la que participa Sudáfrica, “no tiene lugar en esta situación” y les acusó de “colaborar con el gobierno congoleño para luchar contra su propio pueblo, trabajando junto a grupos armados genocidas como el FDLR”. Además, utilizó un lenguaje pasivo-agresivo que causó gran impacto, al indicar que “el presidente Ramaphosa no ha dado ningún tipo de aviso, como no lo haya hecho en su lengua local, la cual no entiendo”.

Las tensiones son fuertes. Ya han muerto trece soldados sudafricanos que combatían en las filas de Naciones Unidas y de la misión de la Comunidad de Desarrollo África Austral. Entre las bajas internacionales también se encuentran efectivos de Malaui y de Tanzania.

Burundi y Uganda, dos actores clave

La posibilidad de que los combates se desarrollen en Bukavu incluiría en la ecuación a Burundi, cuyas fronteras se encuentran a 40 kilómetros de la capital de Kivu Sur. La pequeña nación africana ya combatió contra el M23 y del lado del ejército congoleño entre 2022 y 2023, durante la misión de paz de la Comunidad de África Oriental. Además, haría falta recordar que el conflicto trae consigo una dimensión étnica que se remonta a los enfrentamientos entre hutus y tutsis durante el siglo pasado, donde el M23 está compuesto por una mayoría étnica tutsi, mientras que el 85% de la población de Burundi es hutu.

Las relaciones entre ambos países se han deteriorado gravemente en los últimos años, desde que Burundi acusa a Ruanda de apoyar a grupos insurgentes que amenazan la territorialidad burundesa. En enero de 2024, Burundi cortó relaciones diplomáticas con Ruanda y cerró las fronteras que le unen al país vecino. En el contexto de un potencial enfrentamiento regional, Burundi apoyaría a República Democrática del Congo… siempre que la situación interna del país permita dicho apoyo.

Sudáfrica, República Democrática del Congo, Ruanda, Burundi… pero también Uganda. El hijo del presidente ugandés, Muhoozi Kainerugaba, que es además el jefe del Estado Mayor del ejército ugandés, identificó en 2023 al M23 como “hermanos” y ha criticado de forma extensa y habitual la presencia de mercenarios blancos combatiendo en RDC del lado del ejército congoleño. De hecho, Muhoozi celebró en sus redes sociales la toma de Goma, donde calificó al M23 de “heroico” y aplaudió el “rediseño” del mapa de África. La proximidad de las relaciones entre Ruanda y Uganda inclinan la balanza hacia una alianza en caso de que el conflicto escale.

Gómez-Cambronero indica que, a la hora de valorar un conflicto a mayor escala, “el límite creo que lo marcará la ambición de Kagame. Los países vecinos, enemigos abiertos o no de Ruanda, no pueden consentir una Ruanda envalentonada y, sobre todo poseedora de nuevos territorios extremadamente ricos”. Se ignora todavía si el conflicto escalará, pese a que las evidencias apuntan a ello. Pero una cosa es clara: dicha escalada supondría una grave crisis capaz de involucrar a un elevado número de naciones africanas… en lo que se conocería como la tercera guerra del Congo.




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