El que es considerado padre del género zombie y mejor autor de terror desde Hitchcock era de familia española
El vínculo con Galicia de George A. Romero, autor de La noche de los muertos vivientes, quedó reflejado en las cartas de sus tías, Pura y Nena
El desconocido origen gallego de los zombis modernos
Muertos vivientes que aparecen entre las tinieblas para perseguir y atacar a los vivos... ¿Son los zombis del videoclip de Thriller? ¿O la Santa Compaña de la leyenda gallega? La respuesta es sencilla: las dos cosas al mismo tiempo. Y es que el “padre” del universo zombi, que colonizó la cultura pop a raíz de la película La noche de los muertos vivientes, era de origen gallego.
Y es que todo el bagaje cultural que le habían transmitido su padre y sus tías jugó un papel fundamental a la hora de concebir una película que marcó la historia del género de terror en el cine, pero también en la literatura o los videojuegos. “Estas leyendas están en mi subconsciente, no puedo negarlo”, le dijo a la prensa española en una ocasión.
George A. Romero (Nueva York, 1940 – Toronto, 2017), “Jorgito” para sus tías Pura y Nena, era hijo de Jorge Romero, que había nacido en A Coruña y se había criado en Cuba desde muy niño, en el seno de una de las muchas familias gallegas que emigraron a Las Américas en las primeras décadas del siglo XX. La familia decidió emigrar nuevamente e instalarse en Nueva York, donde años después nacería George. Su vínculo con sus antepasados españoles puede seguirse en algunos edificios destacados en la provincia de A Coruña, como La Casa Romero, en Ferrol, aunque los orígenes de la familia paterna hay que buscarlos en la localidad coruñesa de Neda.
George A. Romero desarrolló su carrera entre Nueva York y Los Ángeles, pero siempre tuvo un gran vínculo con sus tías Pura y Nena. Hasta el punto de que las dos mujeres, cuya correspondencia permite hoy conocer la curiosa historia del padre del cine zombie, fueron “productoras” de La noche de los muertos vivientes, primer largometraje del joven Jorgito estrenado en 1968.
Una película de bajo presupuesto (poco más de 100.000 dólares) que las tías gallegas del cineasta contribuyeron a financiar, invirtiendo directamente en el proyecto, coincidiendo con una estancia temporal en Estados Unidos. A su regreso a Galicia, Pura y Nena iniciaron una intensa correspondencia con su hermano Jorge y su sobrino George, hoy conservada en la Universidad de Pittsburgh.
Sus tías, sus mejores fans
Las dos mujeres gallegas, que gozaban de formación intelectual, no eran ni mucho menos aficionadas al cine de terror. Aun así, apoyaron la carrera de su sobrino con auténtica devoción: guardaban recortes de la prensa española o se tomaban fotografías en los cines que proyectaban sus películas. A pesar de que reconocían no disfrutar de las escenas violentas o escalofriantes, elogiaban en sus misivas cada producción del sobrino prodigio.
A partir de La noche de los muertos vivientes vinieron muchas otras producciones. Y las tías Pura y Nena no solo las acogieron con el mismo interés, sino que hicieron las veces de distribuidoras en España. En una carta de 1982 le explican a su hermano que han contactado con un potencial distribuidor de la película Los caballeros de la moto, que salía del género de terror, por lo que, consideraban, “resultaría muy atractiva para el público”.
George representa, de algún modo, el niño que cumplió el sueño americano de una familia gallega que, como tantas otras, se vio obligada a emigrar. Algunas misivas desprenden el dolor que genera la separación familiar ante momentos especiales, así como un distanciamiento emocional y cultural que aumenta con el paso de los años. Como en una carta escrita en 1977 en la que Nena y Pura lamentan que Jorgito, “que está muy ocupado con sus películas, no haya felicitado las Navidades”.