Tsitsi Dangarembga, primera directora de cine en Zimbaue: “Empecé porque no veía cuerpos con tanta melanina como el mío”
La escritora y cineasta africana, que inicia una residencia de tres meses en el CCCB de Barcelona, reivindica la necesidad de crear para desafiar las barreras impuestas por ser mujer y negra
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Desde muy joven, la escritora y cineasta Tsitsi Dangarembga (Zimbaue, 1959) percibió que a sus hermanos se les permitían cosas que a ella no. Pronto comprendió que esas diferencias estaban marcadas por su cuerpo, por su identidad como mujer y como negra. Pero encontró en la creación artística y en la reflexión sobre sus barreras una herramienta poderosa para trascender esas limitaciones.
Según cuenta la misma Dangarembga, su liberación empezó intentando imaginar escenarios de libertad. La lectura alimentó su capacidad de inventiva y le reveló que podía redibujar las fronteras a través de la escritura. “Ese fue el inicio de mi trayectoria y de lo que soy hoy”, ha explicado este miércoles en un encuentro con periodistas en el CCCB de Barcelona, donde inicia una residencia creativa de tres meses.
Dangarembga nació cuando Zimbabue era todavía la colonia británica de Rodesia del Sur. Pasó parte de su infancia en Inglaterra, en una familia de acogida. Más tarde se formó en medicina en Cambridge, en psicología en Harare y en cine en Berlín, carrera que la llevó a convertirse en la primera mujer negra directora de cine de Zimbaue. Sus obras, premiadas y reconocidas internacionalmente, reflejan la heterogénea realidad social del continente africano y exploran las huellas del colonialismo.
“Crecí en un contexto de conflicto armado en Zimbabue, en plena lucha contra los colonos ingleses, en un escenario definido por la guerra y el apartheid”, reconoce. “Era evidente la falta de representación en los medios, así que empecé a escribir porque no veía cuerpos con tanta melanina como el mío”.
La novela Condiciones nerviosas (Icaria, 2010; publicada originalmente en inglés en 1988) la situó como una voz destacada de la literatura africana y dio inicio a una trilogía semiautobiográfica. La protagonista, como Dangarembga, pertenece a la generación que vivió el final de las luchas contra la minoría blanca que dominaban Zimbaue y a la formación del primer gobierno negro. La protagonista lucha por garantizar su derecho a la educación mientras combate las incertidumbres que el fin de la colonización deja para un pueblo que se debate entre la tradición y la modernidad. Dangarembga cerró su trilogía en 2021 con el títuloThis Mournable Body (Faber & Faber).
Para su último libro ha dejado atrás la ficción y se ha adentrado en el ensayo con Mujer y negra (Plankton Press, 2024), con el que vuelve a recurrir, en parte, a la autobiografía para contar las heridas que quedan en la identidad de una mujer racializada que ha vivido los últimos estertores de la colonia y ha debido desplazarse al Reino Unido -el hogar del colono- para prosperar.
A pesar de las barreras que ha tenido que superar para hacerse un nombre en el sector cultural, esta pensadora reconoce la suerte y el privilegio que le han permitido iniciar y sostener esta carrera. “Es una suerte enorme haber podido escribir estas novelas. Es un punto de inflexión poderse reconocer en una historia”, cuenta.
Apunta que su máxima inspiración fue la escritora afroamericana Toni Morrison, autora de Los ojos azules, una novela que narra la vida de una niña negra en Ohio. “Ese libro me dio permiso para contar mi propia historia”, añade. “Sentí que yo también podía hacerlo”. Por eso, ahora uno de sus principales objetivos como creadora es no perder de vista el impacto que puede generar en la gente que no se siente representada. “Me gusta incentivar a la gente joven para que cree”, admite. Y asegura que escribe pensando en todas esas voces acalladas, dándoles permiso para narrar su historia y sentir que es válida.
Romper barreras
Aunque Dagarembga se hizo fuerte en la literatura, con el paso de los años también comprendió el poder del cine como herramienta para desafiar barreras. “Toda la tecnología utilizada en el cine había estado al servicio del espectáculo, y las personas racializadas fueron tratadas como parte de ese espectáculo. No se hablaba de ellas, sino sobre ellas”, explica.
La pensadora narra cómo los colonizadores usaron el cine para perpetuar su relato, limitando la representación de las personas negras a las narrativas sobre la esclavitud y la colonización, sin mostrar sus vidas y experiencias desde su propia perspectiva. “Las imágenes en movimiento son una forma de conexión que alcanza a muchas personas. Nuestra primera reacción ante una imagen es aceptarla como cierta, como verdad”, admite. “Solo después, a través de un proceso cognitivo, podemos llegar a cuestionarla”.
Por eso, según Dangarembga, es fundamental que ciertas narrativas puedan representarse a través del cine, porque las imágenes tienen el poder de definir cómo entendemos el mundo. Pero también de desafiar las estructuras de poder y visibilizar formas de pensamiento que han sido históricamente marginadas. “Me di cuenta de la necesidad de conectar nuestras formas de pensar con la manera en que actuamos y producimos”, reflexiona.
Por ello, Dangarembga considera que la diversidad de pensamiento en la escena cultural es un elemento esencial. “Comprendí que la diversidad es nuestra única esperanza como humanidad, porque si todos hubiéramos evolucionado bajo las mismas ideas del norte de Europa, pensaríamos igual y no encontraríamos soluciones distintas”, admite.
En ese sentido, anima al consumidor de productos culturales a alejarse de la hegemonía e introducir en su catálogo producciones del sur global, hechas y pensadas por personas con narrativas alternativas. “Las formas de pensamiento que no siguen el modelo europeo actual son fundamentales para lograr conocimiento”, concluye.
Ella misma dio ejemplo de esta premisa y consiguió erigirse como la primera directora de cine mujer y negra en Zimbaue, cosa que le ha permitido hablar de realidades que nunca antes habían sido exploradas. Dangarembga, tras más de treinta años tras las cámaras, ha conseguido dejar huella en el ámbito audiovisual con películas como Neria (1993) o Everyone’s Child (1996), consideradas hitos en la historia del cine de Zimbabue.
Ambas tratan problemáticas sociales como la pobreza o el desarraigo desde un punto de vista alejado de lugares comunes y consiguen conectar con unos protagonistas que no se suelen ver en la gran pantalla. Dangarembga también es fundadora del International Images Film Festival for Women (IIFF) y lidera el Institute of Creative Arts for Progress in Africa Trust (ICAPA) y la productora audiovisual Nyerai Films.
La escritora, pensadora y cineasta residirá en la ciudad durante los próximos tres meses, acogida por el CCCB, durante los que participará en conferencias, seminarios y encuentros con estudiantes. Además, ha invitado a Akuol de Mabior y Milisuthando Bongela, dos de las voces más vibrantes del cine africano contemporáneo, para presentar sus óperas primas en la capital catalana y dialogar sobre los imaginarios y lenguajes del cine hecho en el continente.