Efrén Tavira Alvarado tuvo un sábado complicado de 2011. Empaquetó y verificó solito los compartimientos secretos de un carro repleto de cocaína que enviaría de Piedras Negras a Estados Unidos. Aun así, por la noche, logró zafarse y alcanzó a cenar con su esposa y sus hijos pequeños. Quería irse a dormir temprano. Últimamente andaba cansado. Se le había desaparecido un socio, Alfonso Cuéllar, sin aviso previo. Un viejo conocido en Coahuila, con el que terminó traficando drogas para el cártel de Los Zetas. Cuando estaba en la cama escuchó los primeros ruidos. Un estruendo seco, sonaba como una estampida de búfalos contra el portón de la casa. Cuando se asomó por la ventana finalmente los vio: un grupo de hombres armados con rifles que parecían AK-47 había logrado burlar la puerta eléctrica de su casa. –¡Vienen por mí! ¿Dónde están los niños? –le gritó a su mujer. Ella no alcanzó a responder cuando los primeros hombres ya estaban en el segundo piso de la casa. Uno de ellos, llevaba un pasamontañas de calavera, la muerte. Los demás iban sin cubrirse el rostro y la verdad es que no importaba. Esa noche Efrén tenía que morir, qué más daba que les viera la cara. Pero cuando notó a su compadre entre ellos, un hombre llamado Gustavo –que también era traficante–, supo que el operativo para secuestrarlo era obra de Los Zetas. –Compadre, ¡vámonos! Apúrate –le dijo con tono tranquilo. Y a su esposa, que era su comadre, la miró con la misma parsimonia y la metió a un armario del cuarto.Mientras Efrén era sometido por el tipo con pasamontañas, su niña y otro hijo salieron del dormitorio con el alboroto. El compadre, en un acto de compasión, agarró a los niños y los metió al closet con la mamá.–Ya es hora de irnos compadre –le lanzó la sentencia de muerte. En los códigos del narcotráfico, irte en silencio puede salvarle la vida a los que se quedan. Así lo hizo Efrén, por su propio pie se subió a una Suburban. Fue trasladado acostado en el piso y no pudo distinguir el camino; pero las indicaciones que se iban dando los compañeros por el radio y las claves con códigos militares (que había escuchado por años), le revelaron que iba rumbo a un predio baldío al oeste de Piedras Negras. Sólo 15 minutos después lo bajaron a empujones y lo echaron sobre la tierra pedregosa. Ahí los vio por primera vez: eran Miguel Ángel y Omar Treviño Morales, líderes fundadores de Los Zetas, un cártel formado por desertores del Ejército mexicano. Como verdugos en juicio sumario, le leyeron los cargos:Poncho Cuéllar, su socio, y otros dos Zetas habían desertado. No sólo eso, los traidores habían huido al otro lado, llevándose varios millones de dólares. Si Poncho ya no estaba para pagárselas, serían sus familiares y amigos quienes con sangre enfrentarían las consecuencias de su traición. Efrén Tavira Alvarado tenía que ser asesinado.Entre los días 18 y el 20 de marzo de 2011, según cifras oficiales, 26 personas inocentes serían secuestradas y desaparecidas. Extraoficiales, se cuentan 300 más. Pero a Efrén le perdonaron la vida. Esta es la historia de un viejo operador de Los Zetas y también exgerente de producción de noticias en Televisa Piedras Negras, contacto de los narcos dentro del canal local y sobrevivió a una masacre de este cártel sanguinario.Esta es una colaboración de ARCHIVERO para DOMINGA, que reconstruye este caso gracias a expedientes olvidados entre cajones y viejas oficinas públicas. Casos como éste revelan que en México la verdad oficial siempre está en obra negra.Un gerente de producción en CoahuilaEfrén Tavira Alvarado dio su primer grito en el mundo por allá de 1970, en que nació en Piedras Negras, en esa frontera donde la gente no nacía sino que emigraba o se resignaba a habitarla cuando no podían cruzar a Estados Unidos. Desde chiquillo le gustó la escuela y terminó la preparatoria técnica donde se tituló como técnico de minas, el que previene los riesgos en las excavaciones subterráneas. Nunca ha dejado claro si se dedicó a eso, pero sí que cuando cumplió 23 años le dijeron que en Televisa Piedras Negras había trabajo en el departamento de Programación y que pagaban muy bien. Empezó a ascender en la empresa, donde le hicieron el honor de nombrarlo camarógrafo de producción. Media década después de picar piedra en la televisora, sus jefes le ofrecieron un cargo de verdad importante: ser el gerente de producción del área de noticias.Cuando empezó a tener control de lo que se transmitía en la televisión, un viejo amigo de la escuela, Miguel, lo contactó: le dijo que tenía otro conocido, que era narco e integrante del Cártel de Sinaloa. Su nombre era Luis Alberto Cañas, quien le propuso que le diera una ayuda en los noticieros. Así, “cuando hacían algo, como yo estaba en las noticias, las eliminaba para que sus nombres o las notas sobre ellos no aparecieran”, recuerda en una transcripción de una declaración ante la Corte de Texas.Dice que esto se repetía cada vez que los narcotraficantes estaban involucrados en actividades ilegales en Piedras Negras, donde él se encargaba de borrar las imágenes o las notas de los reporteros que cubrieron la noticia. Entre los años 1996 y 2000, además de coordinar los noticieros y el contenido de los programas en la frontera, Efrén también se encargó de contactar a otros colegas periodistas de Coahuila, a quienes a cambio de dinero pedía lo mismo: que los nombres de los narcos no salieran en sus medios de comunicación.Pronto Efrén se haría de fama entre los narcos de Piedras Negras e incluso empezó a presentarlos unos con otros. Hasta el año 2000, cuando la Policía Federal empezó a pisarle los talones. Decidió escapar a Austin, en Texas, donde trabajó durante dos años en una tienda de pinturas para casa. Un trabajo que tuvo hasta 2002, cuando se cansó de ese empleo. Aprovechando sus conexiones, pidió un empleo. Pero fuera de la televisión sólo había otro trabajo: el de traficar drogas a Estados Unidos.Así fue el contacto de Efrén Tavira AlvaradoDurante dos años había desarrollado una habilidad extraña para hacerse de contactos y disfrazar transportistas dispuestos a mover kilos y kilos de cocaína en su tráileres. Fue por eso que en 2004 lo contactó un viejo traficante de drogas, Indalesio.Habían llegado los nuevos jefes de la plaza a Piedras Negras y se llamaban Los Zetas. “Necesito que usted mismo se presente ante ellos”, Indalesio le advirtió.Fue así que una noche lo llevó con Galindo Mellado Cruz, un exmilitar, considerado uno de los fundadores del cártel de Los Zetas. Se puso a sus órdenes y le ofreció pagarle por permitirle traficar en la ciudad coahuilense. “Todo lo que quieras trasladar, cualquier cosa que quieras traer a Piedras Negras o que quieras comprar, tienes que informarnos”, le dijo. Con el permiso de sus nuevos jefes, Efrén siguió moviendo drogas por todo lo ancho de la frontera de México con Estados Unidos.Pero con los años, y ante el absoluto control que logró este cártel en el noreste del país, se hizo claro que la única droga que podrían llevar a Estados Unidos era la de Los Zetas. Durante cinco años trafican la droga de este cártel y en 2009 fueron ellos quienes le presentaron a un hombre, Poncho Cuellar, muy valioso para la organización, pues organizaba el traslado de toneladas de cocaína en camiones y carros de manera infalible. Por entonces también conoció a Daniel Menera Sierra, el jefe regional de la organización en Piedras Negras. Según Efrén todo funcionó bien hasta marzo de 2011, cuando Poncho desapareció de un día para otro. Y no volvió a saber de él.La noche del secuestro del exgerente de producción de noticiasA las 10 de la noche del 18 de marzo de 2011, cuando lo sacaron de su casa y lo llevaron a un terreno baldío en Piedras Negras, nunca pensó que lo habían raptado por la desaparición de su socio.–Este es el Tavira. El que trabaja con Poncho–dijo uno de los sicarios del cártel a los hermanos Treviño, quienes estaban parados afuera de una camioneta, en un terreno al oeste de Piedras Negras. –¡Dónde está Poncho! –le gritó uno de los hermanos. Efrén se destrabó y le contestó que no sabía, qué hacía días que no lo veía. Los hermanos Treviño lo increparon y le gritaron que cómo no iba a saber si trabaja directamente con él. Pero Efrén insistió, le dijo que no sabía y que era la pura verdad. Entre unos 30 sicarios alcanzó a ver a Daniel Menera Sierra, el jefe de Los Zetas en Coahuila, con quien ya había trabajado. Fue él quien temeroso se acercó a los hermanos Treviño y le dijo:–Comandante, ¿me permite?. Tavira trabaja para nosotros –dijo. Como prueba de que Efrén no era un traidor, les explicó que sólo esa semana le había entregado 100 kilos de cocaína, y de esos había logrado cruzar 85 a Estados Unidos–. Por eso le digo que está trabajando para nosotros –insistió.–¡Por qué no me habías dicho esto antes! –les gritó Miguel Ángel Treviño. –Este Tavira trabajó con Poncho y va a ser muy bueno. Treviño le lanzó una amenaza a Sierra: –Tú serás responsable de él y responderás por él. Porque si respondes por él en este momento, lo dejaré ir. Pero, haga o pueda hacer lo que haga, tú serás el responsable. A empujones Menera Sierra le dijo a Efrén que se subiera a la camioneta, “de ahora en adelante tienes que estar para toda la vida conmigo”, le advirtió.Pero antes de irse, Efrén miró a su alrededor y se dio cuenta de la tragedia: no solo él había sido secuestrado, en ese terreno estaba junto a unas 20 personas que no había notado, arrodilladas y atadas de mano.Entre ellos, le sorprendió y reconoció a uno.El señor Víctor Cruz Requena, un empresario honesto de la zona, que había ido a la escuela con él. A su lado estaban su esposa y algunos de sus hijos.“Le estaban haciendo preguntas [a su esposa] sobre quién más tenía asuntos con Poncho. Entonces, cuando se dio vuelta para mirarme, y yo estaba mirando para ver qué estaba pasando con ella, me dijo: ‘¡Mis hijos!’”, declaró en la Corte de Texas. Mientras se subía al carro escuchó los balazos. “Los mataron a sangre fría. Y, los cuerpos, los agarraban y los tiraban en unas camionetas”.Entre el 18 y 20 de marzo Los Zetas también estuvieron en la cabecera municipal de Allende, donde secuestraron a toda la gente de un rancho, Los Garza, donde según cifras de sobrevivientes se llevaron a unas 300 personas, entre ellas, los familiares de Luis La Guiche Garza, otro de los zetas desertores.Un año después, 19 de abril de 2012, aprovechando una fallida operación de tráfico de drogas, Efrén tomó una decisión: escapar a Estados Unidos y entregarse a cambio de protección para él y su familia. En marzo de 2015 fue sentenciado por una corte en Texas a pasar 30 años en prisión. En 2016, como parte de los juicios que se realizaron en ese país en contra de otros integrantes del cártel de Los Zetas, reveló que había llegado a un acuerdo con ese gobierno: se convirtió en su testigo estrella. Así, en 2018 logró una reducción de sentencia a diez años. Según el buró federal de prisiones en Estados Unidos fue liberado el 26 de octubre de 2021 al cumplir 55 años de edad.Durante los juicios a Los Zetas, Efrén Tavira pidió la palabra: no quería ofrecer una disculpas por lo que hizo, pero sí quería dejar claro que lo que pasó esa noche, la de la masacre de Allende, nunca lo pudo superar. “¿Qué Poncho trabajaba para la DEA?, ¿que les debía mucho dinero? francamente, él es el único que lo sabe…”, dijo Efrén a las autoridades.GSC/AMP