En el ambiente se percibe cada vez más la cercanía de la Cuaresma. Las tardes se alargan poco a poco, el canto de los pájaros resuena con más fuerza, las temperaturas se vuelven más cálidas y las calles cobran vida. En los templos, los cultos se suceden, mientras que en la ciudad se celebran conciertos, traslados y vía crucis. Uno de los rincones más concurridos en cuanto a besamanos se refiere, si no el que más, ha sido el de Jesús Despojado, la imagen titular que da nombre a esta hermandad, la cual ha experimentado un importante crecimiento en los últimos años. Una larga fila de personas comenzó a formarse incluso minutos antes de la apertura de un culto en el que se aprovechó el aparato de altar del quinario para situar en la parte más alta a la Virgen de los Dolores y Misericordia, ataviada de hebrea, con el Señor delante para recibir el beso de los sevillanos. Enorme labor la realizada por una priostía encabezada por Jesús Fernández. San Nicolás, tras la celebración del vía crucis con el Señor de la Salud por la feligresía, uno de los más impactantes del año, estuvo en besapiés en el presbiterio del retablo mayor, una gran oportunidad para admirar a esta imponente talla que llegó a ser titular de la extinta hermandad de la Antigua y Siete Dolores antes de ser titular de la Candelaria, siendo un gran tesoro del que sigue disfrutando Sevilla durante todo el año. Concluyeron los cultos al Cristo de la Exaltación con su besapiés, en el que la imagen fue colocada de manera erguida, incluso fuera del presbiterio de Santa Catalina, teniendo como fondo a la Virgen de las Lágrimas con gran parte de la estructura el quinario llevado a cabo hace unos días. Cierran estos días de cultos el Cristo de las Siete Palabras y la Virgen de los Remedios, expuestos en besapiés y besamanos, respectivamente, durante la jornada del domingo en la capilla sacramental de San Vicente, un templo que, además, recibió este fin de semana a la Virgen Peregrina de los Desamparados de Valencia.
