Cincuenta años de 'Qualsevol nit pot sortir el sol', el disco y la canción que convirtieron a Jaume Sisa en "el cantautor galáctico"
El 28 de febrero de 1975 apareció el disco con la canción homónima en la que su autor invita a personajes de cuentos y cómics de su infancia a una entrañable fiesta que ha pasado a la historia de la música
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El próximo 28 de febrero se cumplirá medio siglo del lanzamiento por parte del sello Edigsa-Zeleste del álbum Qualsevol nit pot sortir el sol, un trabajo del cantautor Jaume Sisa en el que colaboraron media docena de músicos, la mayoría muy jóvenes e inexpertos, y que contenía la canción del mismo título, que devino inmediatamente uno de los himnos más extraños a la par que entrañables de la historia de la música catalana.
Precisamente arrastrado por el impacto del tema, el disco se convirtió en un éxito de ventas casi inmediato y puso con fuerza el nombre de Sisa sobre el mapa de la cançó catalana, algo nada fácil en aquellos tiempos en que la escena presentaba una gran emergencia de artistas, liderada por nombres como Lluis Llach, que lanzaría ese mismo año su Viatge a Itaca, otra gran obra de la cançó; Joan Manuel Serrat, Maria del Mar Bonet o Raimon.
De golpe Sisa, vecino de infancia de Serrat en la calle Poeta Cabanyes del barrio del Poble Sec de Barcelona, se vio económica y artísticamente habilitado para dejar su trabajo de oficina y centrarse en la música. Y si a su vecino de la acera de enfrente –en la empinada calle que los vio crecer a ambos en la ladera de Montjuic– se le conocía como “el noi del poble sec”, a él se le bautizaría como “el cantautor galàctic”. Para conmemorar este aniversario, Satélite K lanza una edición remasterizada en vinilo limitada a 250 copias que incluye una lámina fotográfica exclusiva firmada por Jaume Sisa, un Pay-Pay promocional de la época.
Un disco en estado de gracia
“Si quieres que te diga la verdad, hay cosas que ya no recuerdo de aquellos días”, aclara Sisa en conversación con elDiario.es, argumentando que 50 son muchos años como para mantener las imágenes frescas en la memoria. Aunque rememora el momento en que le llamó Rafael Moll, el productor del disco, “muy excitado diciendo que las unidades del vinilo se vendían por miles y no paraban de entrar bolos [ofertas de conciertos]”.
“Si Moll no hubiera insistido en grabar el disco, tal vez yo hubiera dejado definitivamente la música”, reflexiona Sisa. “Pero lo grabamos y mi carrera arrancó”, reconoce el cantautor. Así que Sisa dejó la oficina de un día para el otro, se colgó la guitarra al hombro y se lanzó a la carretera junto con una banda de la que formaban parte la mayoría de los músicos que participaron en la grabación de aquel Qualsevol nit pot sortir el sol.
Rafael Moll, fallecido en 2023, era el director musical de la sala Zeleste, además de producir los discos de los artistas que tocaban allí. Fue Moll quien tuvo la idea de hacer el disco, quien lo produjo y quien, junto a Sisa, diseñó su sonido tan especial, pretendidamente naif, que recuerda en ocasiones a las canciones infantiles, pero en otras apela al folk psicodélico campestre o incluso al jazz dixie de Nueva Orleans.
Dijo del vinilo en una ocasión Manuel Vázquez Montalbán que “fue creado en estado de gracia y es un referente obligado en la educación de nuestra sentimentalidad”. Pero más allá de marcar a varias generaciones con su particular sonido y sus letras cargadas de lírica surrealista, la grandeza de Qualsevol nit pot sortir el sol tal vez residió en permitir que Sisa alcanzara la plenitud artística con una carrera que, ya en pleno siglo XXI, reivindicaron bandas como Antònia Font o Manel. También los mismísimos El Último de la Fila, que por cierto fueron producidos por Moll. Incluso Serrat incluyó el precioso tema El setè cel en su disco de 1996 Banda sonora d'un temps, d'un país.
Para Sisa, un disco más en su carrera
Sin embargo, Sisa, con la desmemoria que permite el tiempo pasado, lo resume todo como “las circunstancias del momento”. Para él, “las cosas vinieron como vinieron”. “Junto con Moll, reunimos a los músicos que en aquel momento estaban disponibles y salió el disco que salió”, dice. “Si al cabo de 50 años todavía se recuerda Qualsevol nit pot sortir el sol, es algo que decide la gente, pero no porque nuestra pretensión fuera hacer una obra memorable, de hecho fuimos los primeros sorprendidos por su éxito”, asegura.
Explica Sisa, además, que en el momento de grabar el disco ya tenía compuestas la mayoría de canciones que definirían su carrera en la segunda mitad de los 70 y parte de los 80, de modo que las fue acomodando en los siguientes discos. Aquel fue uno más. Desvela Jordi Vilaprinyó, que participó en la grabación de Qualsevol nit pot sortir el sol como teclista –y como único músico académico y profesional entonces de las sesiones– que “medio año antes, Sisa había estrenado un espectáculo en el teatro Capsa llamado Vila Montserrat en el que ya estaban todas las canciones del disco”.
Aclara Donat Putx, periodista experto en Sisa y autor del Libro Jaume Sisa, el compador d'estrelles, que el disco le sirvió al autor para arrancar su carrera, pero que, sin llegar a renegar de él, “en realidad nunca lo ha considerado su mejor disco”. Y así lo corrobora el mismo Sisa cuando confiesa que “hay otros discos” suyos de los que se siente “más orgulloso”. “Hay otros que me gustan más, como por ejemplo Malalts de cel, qué saqué en 2016 y que es mi favorito”, incide.
'Qualsevol nit pot sortir el sol', una canción cargada de magia
Tiene el disco Qualsevol nit pot sortir el sol grandes canciones con letras llenas de la poesía galáctica de Sisa –esa que ha hecho que algunos críticos le compararan con Franco Battiato– como El setè cel, Maria Lluna, Maniqui o Cançó de la Font del gat, pero sin duda la última en sonar es la gran responsable del éxito de todo el trabajo.
Se trata de la homónima Qualsevol nit pot sortir el sol. La letra cuenta cómo Sisa se sitúa a la puerta de su casa y va recibiendo a los invitados a una fiesta muy especial que ha organizado: todos ellos son personajes de cuentos y tebeos de la infancia del cantautor, desde los tres cerditos a Superman, de Pulgarcito a Blancanieves, de Snoopy a Simbat, del Pato Donald a Jaimito o Doña Urraca, del Hombre Lobo a Tarzán o Peter Pan...
Así hasta 58 personajes, que son nombrados sobre la constante melodía de piano que ejecuta Jordi Vilaprinyó y el violín inexperto que toca Xavier Riba, con la compañía de los coros casi infantiles que cantan Dolors Palau y Manel Joseph, que años más tarde se haría célebre como voz de la Orquesta Platería.
Si se exceptúa el trabajo de Vilaprinyó, que ya era un músico profesional, la canción es sumamente sencilla y elemental, parece tocada y cantada por niños –los músicos eran muy jóvenes entonces–, en especial debido a la voz de Palau y la entonación de Sisa, que parece que esté contando un cuento a sus hijos para que se duerman. Es más una performance sonora que una canción, pero funcionó desde el minuto cero, conquistando los corazones de niños y adultos por igual.
Sobre su éxito, Sisa dice: “Nacemos con todas las edades ya en nosotros, pero como no podemos ser niños, adolescentes, adultos y viejos al mismo tiempo, las vamos viviendo cronológicamente; por eso supongo que la canción surte efecto, porque dispara de golpe a todas nuestras edades, es una canción de adultos que habla de la infancia y la adolescencia”.
Fuera de Barcelona 92 por un tema de derechos
“Sin embargo”, relata Donat Putx, “la canción estuvo a punto de no entrar en el disco, porque era muy larga, casi siete minutos, y porque Sisa opinaba que la letra era muy pobre, pero Moll insistió. Xavier Riba, el violín en Qualsevol nit pot sortir el sol, que formó luego parte de la banda de Sisa para, finalmente, trabajar como violín de la Orquestra Simfònica del Vallés, opina que ”es la canción más simple del disco“. ”Ha funcionado muy bien porque tiene ese algo especial de la nostalgia por la infancia, esa manera de ser tocada y cantada tan naïf, pero reconozco que el resto de canciones del disco a mí me gustan más“, dice.
No está de acuerdo Vilaprinyó, que reivindica los arreglos de piano y de cuerda que creó para el disco y que, ciertamente, sostienen la canción en la grabación original. Este pianista ya jubilado, que ha ejercido de solista en diversas orquestas y de profesor en el Conservatorio Municipal de Barcelona, defiende que el resultado final “fue memorable, una cosa muy bonita y que marcó un antes y un después en la carrera de Sisa”.
Lo ilustra con una anécdota que Sisa confirma como cierta. En la preparación de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 se planteó la posibilidad de incluir Qualsevol nit pot sortir el sol, de manera que sería cantada en directo por Sisa mientras desfilarían por el escenario todos los personajes que cita en el tema. “Me llamaron para grabar, ya que Sisa iba a cantarlo en playback, que es lo que suele hacerse en este tipo de eventos”, cuenta Vilaprinyó.
Realizó su grabación y cobró “un buen dinero por ello”, al igual que el resto de los músicos, pero finalmente hubo problemas a la hora de obtener las licencias para pasear por el escenario los distintos personajes citados. “Fue Disney”, asegura el pianista, “quien pidió una burrada de dinero por los derechos”. La organización optó entonces por no incluir la canción.
Todo y así, Qualsevol nit pot sortir el sol trascendió el ámbito catalán y llegó al público español gracias a la versión que La Mandrágora cantó en los ochenta en la voz de Sabina. La adaptación, aunque un poco libre, tuvo buena acogida, si bien Krahe y Sabina le dieron al estribillo una cierta carga de fondo canalla que no tenía la canción original en catalán.
Donde Sisa cantaba: “Oh, bienvenidos / Pasad, pasad / De las tristezas haremos humo / Que en mi casa, es vuestra casa / Si es que hay casas de alguno”, ellos lo suplieron por: “Llegó la hora de salir / Gracias, amigos, por venir / Haremos humo del dolor / La noche no es para dormir”.