Rubiales condenado a pagar una multa de 10.800 euros por agresión sexual por su beso a Jenni Hermoso
La Audiencia Nacional ha condenado a Luis Rubiales a 18 meses de multa (10.800 euros) por un delito de agresión sexual por su beso a Jenni Hermoso en la ceremonia de entrega de medallas del pasado mundial celebrado en agosto en Sídney (Australia) y le prohíbe acercarse a la futbolista a menos de 200 metros, como también comunicarse con la jugadora, durante un año. Sin embargo, el juez central de lo Penal del citado tribunal, José Manual Fernández-Prieto, absuelve del delito de coacciones tanto al expresidente de la Federación Española de Fúbtol (RFEF) como a los otros tres acusados: el exseleccionador femenino Jorge Vilda, el exdirector deportivo de la sección masculina Albert Luque y el que fuera responsable de marketing de la Federación Rubén Rivera.
En todo caso, el magistrado considera "absolutamente desproporcionada" la indemnización de 50.000 euros por daños morales que reclamaban la defensa de Jenni Hermoso y la Fiscalía, porque "no puede valorarse de mayor valor económico el daño moral causado por un beso que el daño moral causado por agresiones infinitamente más graves". De ahí que fije una indemnización notablemente inferior, de 3.000 euros.
El magistrado considera esa agresión sexual, no obstante, "de las de menor intensidad", al "no mediar violencia ni intimidación, ni tener la víctima anulada su voluntad. Para Fernández-Prieto, Rubiales "no se prevalece de su condición" de presidente de la Federación "ni de una relación de superioridad con respecto a la víctima". Se trata, afirma, de un "acto reprochable" que se lleva a cabo "dentro de la euforia de la celebración de haberse conseguido la copa del mundo, éxito sin precedente en el futbol femenino español".
En caso de impago, el juez advierte a Rubiales que el incumplimiento acarrea un día de privación de libertad por cada dos cuotas no abonadas. Y respecto a la cuantía de la multa, explica que la cuota de veinte euros diarios se sitúa "en el tramo inferior, próxima al mínimo" dado que no consta que el exmandatario "se encuentre en situación de indigencia" sino que, muy al contrario, "demuestra un cierto potencial económico" porque, entre otras cosas, ni siquiera precisó de un abogado de oficio para su defensa.
El expresidente de la Federación también es condenado a pagar la mitad de las costas del proceso, carga que descarta imponer a las acusaciones porque no aprecia "temeridad y mala fe" en su actuación procesal en la medida en que han seguido "de forma idéntica la línea acusatoria" del Ministerio Fiscal, que ahora deberá decidir si recurre la sentencia en casación ante el Tribunal Supremo.
No hubo coacciones
La sentencia descarta el delito de coacciones porque en las declaraciones de la futbolista no se describe "ningún acto de violencia ni de intimidación realizado por ninguno de los acusados ni por terceros" para intentar convencerle de que respaldara la versión e Rubiales.
Tras analizar las supuestas presiones a Hermoso y su entorno en el propio estadio, en el autobús al aeropuerto, en el avión de regreso a España, en la escala en Doha y en el viaje de la selección a Ibiza, el magistrado concluye que no ha quedado probado "que los acusados ejercieran ningún acto de violencia ni de intimidación sobre Jennifer Hermoso".
Según el fallo, se trató de un acto, realizado "de forma sorpresiva", que atentó contra la libertad sexual de la futbolista. "Esta acción de dar un beso en la boca a la mujer tiene una clara connotación sexual, y no es la forma normal de saludar a las personas con quienes no se mantiene una relación de afectividad", argumenta el magistrado. Fernández-Prieto deja claro que atribuye "plena credibilidad" a la versión de Hermoso, descartando que quisiese "perjudicar" a Rubiales, "con el que mantenía desde hacía tiempo una buena relación".
El juez central de lo Penal hace hincapié en que "desde un principio, en las propias instalaciones deportivas, nada más bajar de la tarima en que tuvo lugar la entrega de medallas y de forma persistente en todo momento", Hermoso "pone de manifiesto a las otras componentes del equipo de futbol allí presentes su disgusto con el beso recibido". Como acreditaron, entre otras, sus compañeras Alexia Putellas, Misa Rodríguez, Irene Paredes o Laila Codina. Una prueba que el mismo juez califica de "contundente". Y es que para Fernández-Prieto el informe pericial (propuesto por la defensa del expresidente de la RFEF) que apunta que Rubiales pidió permiso a la futbolista, "resulta insuficiente para desvirtuar la credibilidad de Jennifer Hermoso".
Esa prueba de que Hermoso no consintió, subraya, "no se ve empañada" por "la alegría que en todo momento muestra" por el campeonato del mundo. La agresión sexual, expone, "tiene la intensidad que tiene y carece de virtualidad para anular la alegría en la mujer del éxito que acaba de conseguir y que quiere y desea celebrar a toda costa con todas sus compañeras".
La Fiscalía pidió dos años y medio de prisión
La Fiscalía reclamó una condena de dos años y medio para Rubiales y el pago de una indemnización de 50.000 euros por agresión sexual y coacciones al considerar que el entonces presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF)besó en los labios a Jenni Hermoso sin su consentimiento. Para los otros tres acusados -el exseleccionador Jorge Vilda, el que fuera director deportivo de la selección masculina Albert Luque y el exresponsable de Marketing Rubén Rivera- la fiscal Marta Durántez solicitaba una pena de año y medio de cárcel por coacciones.
En su informe final, la representante del Ministerio Público lamentó en su alegato final que durante su interrogatorio a la futbolista se viese obligada a "revictimizar" a Jenni Hermoso -preguntándole "por qué se reía, por qué bebía champán en el vestuario..."- para poder demostrar "que no consintió y que le afectó a su estado de ánimo, a su dignidad y a su libertad sexual".
"¿Hasta cuándo vamos a exigir a la víctima de una agresión sexual un comportamiento heroico?", se preguntó la fiscal. "¿Acaso no tenía derecho a celebrar que habían sido campeonas mundiales?". La teniente fiscal de la Audiencia Nacional añadió: "¿Qué le vamos a exigir que haga, que se vaya a un rincón a llorar? ¿Es menos víctima por eso?" antes de hacer hincapié en que, no obstante, en el avión de regreso a España se la vio "llorando, triste, cada vez más abatida".
La fiscal puso de relieve que Hermoso se enfrentó "a toda una Federación Española de Fútbol" y a un presidente "que mandaba todo". "No puede entenderse -defendió- que exista un derecho de cualquier persona a acercarse a otra y darle un beso cuando la víctima no lo admite", porque un beso en los labios, recalcó, "es un acto claramente íntimo" y "de contenido sexual". De ahí que, enfatizó, el consentimiento "debe ser claro y concluyente y perceptible claramente por los sentidos", algo que según su criterio no ocurrió en este caso.
"Lo vio todo el mundo. La humillación e indignación para la víctima es mayor cuando lo tiene que presenciar el mundo entero", puso de relieve al tiempo que remarcaba que las posteriores coacciones agravaron aún más esa conducta su "superior". Para la fiscal estaba fuera de toda duda que sí se cometió un delito de "coacciones graves" por parte de los acusados, por los "actos de hostigamiento" a la futbolista y a su entorno "en el vestuario, en el autobús, en el avión, en Ibiza y cuando no se le convocó a la selección después del Mundial".
Rubiales defendió su inocencia
Por contra, la abogada de Rubiales, Olga Tubau, defendió que sí "hubo consentimiento" y que, aunque su conducta fue "inadecuada", no fue delictiva. El propio Rubiales aseguró en su declaración que le preguntó a la futbolista: "¿Un besito?" (una frase que corroboró un perito aportado por su defensa y cuyas conclusiones intentaron desacreditar las acusaciones en el juicio). Y, según su versión, ella le contestó: "Vale".
La letrada expuso que se trató de una "manifestación de alegría incontrolable" pero que no hubo agresión sexual, por lo que pidió su absolución. "No podemos confundir el pecado con el delito, es decir, lo socialmente y moralmente reprochable con lo penalmente condenable", señaló en su informe final. Tubau hizo hincapié, para intentar demostrar que Hermoso sí consintió, en su conducta posterior al beso, restando importancia a lo sucedido y refiriéndose al beso en tono de broma. Una actitud, señaló, "muy poco coherente con ese sufrimiento en que caen inmediatamente" las personas que han tenido que pasar "una experiencia tan terrorífica".
La defensa del exmandatario asumió que Rubiales "metió la pata" por haberse comportado "como un jugador de fútbol" y no ceñirse a su papel institucional como presidente de la Federación.