El diluvio que viene
A raíz de los anuncios de diversos aranceles a las importaciones de Estados Unidos, crece el número de reportes advirtiendo de una posible recesión a nivel mundial en caso de que se implementen. Trump considera indispensables estos gravámenes para revertir el déficit de 1.212 billones (en español) de dólares en su balanza comercial, que es uno de los principales indicadores que cita para demostrar que Estados Unidos es “grande otra vez”. De los 233 países y territorios con que la Unión Americana tuvo relaciones comerciales el año pasado, 105 tuvieron un saldo a favor, principalmente China (295,402 millones de dólares), México (171,809), Vietnam (123,463), Irlanda (86,748) y Alemania (84,828). Canadá tuvo un superávit de 63,336 millones de dólares.
La posibilidad de una recesión a nivel mundial se considera día a día más viable no sólo por el efecto que tendrían los aranceles a nivel internacional, sino por la incertidumbre que Trump está generando, lo que está deteniendo los planes de producción e inversión de empresas en todo el mundo. Por ello es que los líderes de la Unión Europea se reunieron la semana pasada y el que otros países -como Canadá- para quienes Estados Unidos es su principal socio comercial, han iniciado el diseño de políticas alternativas. Hay que recordar que The Economist Intelligence Unit, el grupo Eurasia y otros organismos especializados en riesgo político han identificado a México como el país más vulnerable a las políticas de Trump.
En el memorándum publicado la semana pasada en el Federal Register, donde solicita la información necesaria para aplicar aranceles de manera recíproca, Trump insiste que el déficit comercial de Estados Unidos es el resultado del trato injusto y de las políticas abusivas de que son sujetos los exportadores estadounidenses, ignorando que el saldo de la balanza comercial refleja las condiciones estructurales de cualquier economía y no se puede revertir por decreto, como se vio en su primer mandato de gobierno, luego de haber renegociado los tratados con Canadá, México y Corea del Sur y de haber firmado con China el Acuerdo de Fase Uno. Los países con los que la Unión Americana cuenta con los superávits más grandes son Holanda (42,783 millones), Hong Kong (23,710), Emiratos Arabes Unidos (18,230) y Australia (17,628).
Llama la atención que las advertencias sobre los efectos de los aranceles que Trump pretende aplicar provienen de bancos, evaluadores de riesgo político y think-tanks ubicados principalmente en Canadá, Europa y Japón. El anuncio de los aranceles del 25% al acero y al aluminio aumentaron el valor de las acciones de las compañías estadounidenses productoras de estos materiales, mientras que el de las empresas europeas y asiáticas cayeron. El año pasado, las importaciones de acero y aluminio representaron el 23% y 50% del consumo doméstico, respectivamente.
Trump pretende anunciar nuevos aranceles a los autos, a los productos farmacéuticos, a los semiconductores y a otros productos en la primera semana de abril, una vez que le entreguen la información pertinente para implementar los aranceles recíprocos, lo que también traerá efectos para las empresas de estos sectores. Estados Unidos es el principal importador de autos nuevos en el mundo, donde 41% de las ventas son vehículos importados. Por su parte, la ley para la Reducción de la Inflación, aprobada en 2022, ofrece subsidios y financiamiento a proyectos que generen nuevas tecnologías, mientras que la industria farmacéutica de ese país es la más grande del mundo.
La ley Smoot-Hawley generó un arancel del 20% a todas las importaciones industriales de Estados Unidos entre 1930 y 1932, extendiendo los efectos de la gran depresión hasta 1935. Redujo el comercio mundial en 65%, lo que hizo que muchas personas perdieran sus granjas en ese país y se redujera el capital invertido en la bolsa. Además de las estimaciones de varios think tanks en Washington, la Oficina de Presupuesto del Congreso de Estados Unidos, hizo el año pasado un estudio que concluyó que un arancel general del 10% a los productos de todo el mundo y de un 60% a los productos chinos generaría una caída anual del 0.6% del PIB del país, sin tomar en consideración los efectos de las represalias que puedan tomar otras naciones. Con este panorama, el gobierno mexicano tiene que distanciarse tanto como sea posible de los cárteles de la droga e implementar acciones visibles y significativas para reducir la percepción de riesgo e invitar nuevas inversiones.