¡Sorpresa en Las Gaunas!
En política, como en el fútbol, también se regatea, se centra, se tira a puerta y se marcan goles: el que ha chutado Sánchez al reconducir la relación con Junts y ERC entra por la escuadra mientras Feijóo mira a la grada con sus barones divididos ante la quita de la deuda y Mazón convertido en activo tóxico
Y de repente, “sorpresa en Las Gaunas”. Quien dice en Las Gaunas dice en el tablero político. En el Parlamento, como en el fútbol, también se regatea, se centra, se tira a puerta y se marcan goles. El que este lunes chutaron los socialistas entró por la escuadra mientras el equipo contrario miraba a la grada. Quien dice mirar a la grada dice enredarse con la “debilidad del Gobierno”. El caso es que mientras Feijóo disertaba a primera hora de este lunes en El programa de Ana Rosa sobre la posibilidad de un adelanto electoral, el Ejecutivo cerraba sendos acuerdos con ERC y Junts con los que reconstruye la deteriorada relación con sus socios parlamentarios y pone, de paso, rumbo a 2027.
Desde 48 horas antes, todo eran señales de que algo estaba cambiando. La primera la emitió Zapatero en medio de un mitin en Granada cuando pidió calma al ministro de Justicia, “Tranquilo, Félix, la legislatura durará hasta 2027”. La segunda la lanzó el mediador internacional de las reuniones entre Junts y el PSOE, Francisco Galindo, al pedir a los de Puigdemont en un inusual comunicado que retiraran la proposición no de ley que este martes se iba a debatir el Congreso y que pedía a Pedro Sánchez que presentara una cuestión de confianza. Y la tercera la soltó el secretario general de Junts, Jordi Turull, al reclamar prudencia y silencio en las redes sociales a los suyos hasta que la Ejecutiva tomara una decisión.
Fue una operación de microcirugía con la que los socialistas desbloquearon en una misma jornada las negociaciones pendientes con ERC y con Junts y dejaron fuera de juego a un Feijóo que llevaba tiempo relamiéndose por la debilidad de Sánchez en el Congreso y poniendo ojitos a Puigdemont para fraguar el principio de una bonita amistad que pudiera acabar en moción de censura.
Por un lado, el republicano Oriol Junqueras hacía público un acuerdo con los socialistas sobre la quita de la deuda contraída a través del Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) y que en lugar de los 15.000 millones de euros pactados para la investidura de Pedro Sánchez, serían 17.104. Por otro, Turull anunciaba que su partido retiraba la proposición no de ley sobre la cuestión de confianza, un asunto sin consecuencias jurídicas, pero con el que el PP veía más cerca el final de la legislatura.
Y todo sin grandes cesiones, sin afectar a la estructura del Estado y sin romper España, que es el mantra más repetido por la derecha. Porque la quita de la deuda, como ya avanzó Bolaños en septiembre de 2023, no será sólo para Catalunya, sino para todas las Autonomías. De hecho, Hacienda ya ha puesto las cifras totales sobre la mesa de tal modo que la histórica condonación de la que se podrán beneficiar todos los gobiernos regionales suma 83.252 millones. El territorio más beneficiado en términos absolutos sería Andalucía, seguido de Catalunya, a quien le corresponderá una condonación del doble que a Madrid, de acuerdo a una fórmula matemática que ajusta la asunción de la deuda por habitante y que garantiza que existan agravios entre territorios.
Junts se conforma, de momento, con que España se adhiera a un protocolo que permitirá a los tribunales de mayor rango pedir opiniones consultivas al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), que se aprobará mañana en Consejo de Ministros y que tendrá que ser confirmado por el Congreso. Peccata minuta teniendo en cuenta hasta dónde llegaron los órdagos de Puigdemont a Sánchez y porque los mismos neo convergentes han reconocido que la adhesión, como ya han hecho otros países de la UE, debería haberse producido hace tiempo. Quizá por eso y porque la siguiente pantalla a salvar será la de la delegación de competencias en materia de inmigración hablan tan solo de una prórroga en la relación.
Prórroga o no, el gol del Gobierno diluye el anhelo de Feijóo por un anticipo electoral y le deja mirando a una grada en la que sus barones se muestran divididos ante la quita de la deuda, ya que no todos están por la labor de rechazar semejante bicoca, como pretende imponer Génova. Todos están necesitados de fondos públicos y el que más, en este momento, es el valenciano Mazón, que aunque convertido ya en un activo tóxico para el PP, este mismo lunes fue el primero en reclamar una “reestructuración” de su deuda y un “fondo de compensación”.