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Carlos Mazón demuestra en Madrid por qué es un zombi político que se cae a trozos

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El presidente de la Generalitat valenciana se presenta como una víctima de los errores de organismos públicos en la DANA y de la perfidia del Gobierno sólo dos semanas después de su último intento de manipular las comunicaciones de la AEMET

Las mentiras de Mazón en el Ritz: una nueva andanada de bulos ya desmentidos hasta la saciedad

Abucheado en un acto en Castellón: “¡Poca vergonya, a Picassent!”. Abucheado en una visita a Torrent: “Eres un incompetente, deberías tener vergüenza”. Abucheado en un acto en un barranco entre Torrent y Picanya: “¡Corrupto, cobarde!”. Abucheado en un acto en la Universidad de Alicante: “¡Cobarde, asesino!”. Abucheado en Orihuela: “¡Asesino!”. Ignorado por Alberto Núñez Feijóo, que no quiere asociar su imagen a la suya, y contemplado con fatalismo por los dirigentes del PP. Con las relaciones rotas con el Ayuntamiento de València. Abandonado por el poder económico con la patronal regional y empresarios como Juan Roig confiando en que sea sustituido por la alcaldesa María José Catalá cuando sea posible.

Carlos Mazón es un zombi político que se cae a trozos. Cada vez que abre la boca, pierde un miembro y un fragmento de credibilidad, la que le pueda quedar. El Partido Popular está resignado a convivir con él con la esperanza de que su imagen se recupere poco a poco, aunque sin expectativas muy altas porque tiene que saber que no será su candidato en las próximas elecciones.

El presidente valenciano se presentó el lunes en Madrid para protagonizar el desayuno informativo de Nueva Economía Fórum, que iba a ser analizado con detalle. Así se libró de asistir en Valencia a la Crida, con la que se inician las Fallas, y se ahorró más abucheos. No fue el único escaqueo. Feijóo e Isabel Díaz Ayuso se ocuparon de que su asistencia no fuera posible. El primero por una entrevista televisiva, la segunda por una visita a Extremadura. En ambos casos, en especial el de Feijóo, se trataba de citas que podían gestionarse en un margen de pocos días cuando ya se sabía la fecha de la conferencia de Mazón.

Consciente de que esas dos ausencias contribuían a mostrar a Mazón como un apestado, el PP intentó paliarlas con varios sustitutos: Miguel Tellado, Cuca Gamarra, Esteban González Pons, Cayetana Álvarez de Toledo y Alberto Fabra, entre otros. A veces toca sacrificarse al servicio del partido.

Tuvieron que tragar lo suyo. Mazón, señalado por su conducta absentista en el día de la DANA que mató a 227 valencianos, dejó claro que él no fue culpable de nada y que toda la culpa fue de la AEMET y la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), que dependen de la Administración central. No hubo ninguna autocrítica, porque todo lo hizo bien. Habría que decir lo poco que hizo. El único defecto que reconoció –si se le puede llamar así– fue ser un “ingenuo” al pensar que podía confiar en el Gobierno central. Es decir, no admitió nada. Se trataba de otro ataque de los muchos que hizo.

“Quiero contar la verdad. No mi versión, la verdad”, dijo erigiéndose en juez escasamente imparcial de toda la catástrofe. A pesar de que ha ignorado los hechos en muchas ocasiones para librarse, fue tan arrogante en Madrid como para presentarse como mensajero de “la verdad” solo unos días después del último intento marrullero de manipular las comunicaciones de la AEMET. “No encontrarán a un juez más severo consigo mismo que yo”, anunció después. Solo le faltó decir que es Batman.

Como el turista que se enfurece contra todos los científicos cuando los meteorólogos no aciertan por completo con el pronóstico, el líder del PP valenciano afirmó que la AEMET se quedó muy corta en su previsión, algo que puede ocurrir con los fenómenos meteorológicos extremos en España y fuera de España. “Llegaron a caer 800 litros, más de cuatro veces el pronóstico de AEMET” (180 litros), dijo. Pero ese nivel de 180 litros era el mínimo que justificaba la alerta roja. Mazón incluso vendió la alerta roja como algo que pasa con frecuencia en la Comunidad Valenciana a causa de las gotas frías, como si fuera una alerta que no es tan alarmante.

La Generalitat lleva tiempo intentando desacreditar a la AEMET. Hace diez días, difundió a ciertos medios un fragmento recortado de la llamada de una meteoróloga al servicio de emergencias de la Generalitat que quedaba así tergiversada. La agencia llamó hasta en quince ocasiones para ir actualizando la previsión y además la publicó en sus redes sociales. Esos medios difundieron el titular manipulado y Mazón lo tuiteó. Y a pesar de esta burda manipulación, que fue descubierta en poco tiempo, Mazón se permitió afirmar el lunes que él solo contaba “la verdad” y que era víctima de una conspiración trazada por el Gobierno para ocultar la responsabilidad de los organismos que dependen de él.

También cargó contra la Confederación del Júcar a la que acusó de “no tener la menor idea de lo que estaba ocurriendo”. La realidad es que desde las 16.44 la CHJ avisó en varios emails de la situación de riesgo por el posible colapso de la presa de Forata y de que se preveían caudales superiores a 1.000 metros cúbicos por segundo en el río Magro.

A cuenta de la alerta enviada cuando ya no servía de nada, a las 20.11 a través del sistema ES-Alert, Mazón afirmó que se tardó solo once minutos después de que se enteraran de que la presa se podía venir abajo. Nadie se explica entonces por qué el Cecopi estuvo discutiendo durante mucho más tiempo si enviar la alerta y con qué mensaje. Tanto es así que el presidente de la Diputación de Valencia, Vicente Mompó, del PP, soltó un elocuente “¡enviadla ya de una puta vez!” cansado del retraso.

Curiosamente, no le dio importancia a uno de los temas que el PP más ha utilizado contra Pedro Sánchez en el Congreso: por qué no asumió el control directo de la situación el mismo 29 de octubre. Eso suponía pasar del nivel 2 de emergencia al 3. “Declararlo no implica más recursos” en la gestión de la emergencia, dijo, solo que el Cecopi hubiera estado presidido por un representante del Gobierno central. Él tampoco iba a permitirlo: “¿Debían tirar la toalla las autoridades valencianas?”. Con esta resistencia, Mazón desdeña por completo una de las principales imputaciones que Feijóo ha dirigido a Sánchez.

Mazón se presentó como un héroe y un mártir al mismo tiempo. Fue navegando sin pudor por toda una serie de contradicciones. Si la gestión de la Generalitat fue impecable, hay que preguntarse por qué terminó cesando a la consellera de Emergencias Salomé Pradas el 20 de noviembre. Si estuvo siempre comunicado telefónicamente con la reunión del Cecopi, incluida su comida de tres horas con una periodista para ofrecerle la dirección de la radiotelevisión autonómica, no tiene sentido que la reunión del comité de emergencias se suspendiera durante casi una hora a media tarde y que la pantalla de la videoconferencia se fuera a negro entre las 18.00 y las 19.00 dejando desconectada a la delegada del Gobierno.

Ofreció un listado de llamadas hechas o recibidas, que por alguna razón no había dado a conocer en el Parlamento valenciano, que revela algunas incoherencias. La última conversación telefónica con Pradás fue a las 19.43, según detalló. Por tanto, a esa hora no había llegado aún a la reunión del Cecopi, dos horas y 43 minutos después de su inicio. A esa hora, varias localidades estaban sufriendo condiciones catastróficas. Personas que se encontraban en esa reunión contaron a este diario no mucho tiempo después de la DANA que la consellera tuvo dificultades para contactar con Mazón en varias ocasiones y que esa fue la razón de la suspensión de la Cecopi durante más de 50 minutos.

A partir del día después de la DANA, se inició una campaña conspirativa contra él, según dijo. “Yo no soy una víctima. Soy un daño colateral del Gobierno”, explicó con dos frases que se contradicen entre sí. 'Daños colaterales' es una expresión eufemística con la que se define a las víctimas civiles de una guerra.

De inmediato, acusó a la izquierda de construir un “relato alternativo” de los hechos y denunció “decenas de bulos” que se han lanzado contra su persona. Parece que filtrar audios recortados con fines manipuladores no entra en la categoría que el PP valenciano definiría como bulo o desinformación.

Fue en ese momento cuando se hundió en el terreno de las injurias. Lo comparó con la situación vivida tras el hundimiento del Prestige, los atentados del 11M y la pandemia. Adquirió así la condición de víctima megalomaníaca. Es una afirmación que causará furia entre sus rivales políticos. Tienen que comprenderle. Solo es un zombi que va dejando partes de su cuerpo desacreditado allá por donde va. Es casi un milagro que siga respirando.




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