Camilo Villarino: un año detrás del Rey

Hace justo un año, el dos de marzo de 2024, Helena Maeso tuvo un día emocionante. Había quedado finalista en el concurso «¿Qué es un Rey para ti?» y viajó a Madrid con su tutora del colegio Torrenova de Valencia para conocer a Felipe VI. Fue recibida en audiencia privada por el Monarca junto a otros 39 niños en el Palacio de El Pardo, un ritual que lleva celebrándose más de cuatro décadas y que ya es rutina para la Casa. Pero Helena no era la única novata en la sala. Camilo Villarino (Zaragoza, 1964) acababa de estrenarse como jefe de la Casa del Rey y aquella audiencia fue una declaración de intenciones.

Los que allí estuvieron cuentan que Villarino, diplomático de carrera y oficial en la reserva voluntaria del Ejército de Tierra, saludó a todos los que participaron de la audiencia. Uno a uno, niños, familiares y profesores fueron bienvenidos personalmente por él. Este gesto, que para los neófitos puede pasar desapercibido, fue un giro de guion de 180 grados. El nuevo hombre fuerte de Felipe VI no iba a ser solo una sombra del Monarca, si acaso sería la proyección del jefe del Estado. Una estrategia que en estos doce meses parece no tener fisuras.

Si la Inteligencia Artificial recibiera el encargo de crear el perfil más adecuado para estar detrás del Rey en este momento histórico, seguramente saldría algo muy parecido a este diplomático fajado en primera línea. Hasta su apariencia física resulta conveniente. Ni alto ni bajo, con buena presencia sin resultar llamativo. Amable, correcto, de maneras cuidadas pero tampoco demasiado solícito. Es realmente difícil arrancarles una crítica a los monárquicos «de toda la vida» sobre este funcionario obsesionado con que la Corona resulte útil y cercana a los españoles. Que la gente sienta que los Reyes son, efectivamente, sus Reyes.

Hasta la trayectoria profesional del jefe de la Casa encaja con esta Monarquía más coral, más de equipo y más inclusiva. Villarino ha trabajado codo con codo con políticos de distintos partidos. No es seguramente coincidencia, claro. El ex ministro de Asuntos Exteriores del PP Alfonso Dastis lo nombró jefe de Gabinete en junio de 2017, un cargo que, inusitadamente, mantuvo con dos de sus sucesores, los socialistas Josep Borrell y Arancha González Laya.

Pero ahí no queda este perfil de yerno perfecto. Dos de las plazas más importantes para España ahora y siempre, Estados Unidos y Marruecos, las ha pisado también como diplomático. En Rabat fue ministro consejero entre 2013 y 2017 y en Washington ejerció de consejero para las Relaciones Transatlánticas y Asuntos de Seguridad y Defensa entre 2008 y 2013.

Por si el lector echara en falta la dimensión europea que nadie se inquiete; entre 1997 y 2002 estuvo destinado en distintos puestos en la Representación Permanente en la UE. Y antes de ser nombrado por el Rey el 19 de febrero de 2024 era jefe de Gabinete de Borrell, entonces Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores. Diplomáticos que han trabajado con él alaban su “gran capacidad de trabajo” y su “competencia” en temas jurídicos. Según las mismas fuentes, “causaba buena impresión” en la carrera.

El cambio de Jaime Alfonsín, que estuvo al lado de Don Felipe durante su primera década en el Trono, también se ha notado en una de las patatas calientes que tiene que gestionar Villarino: todo lo relacionado con Don Juan Carlos. Un empresario muy bien informado asegura a este periódico que la «tensión» ha disminuido notablemente y que la mera desaparición de Alfonsín, que navegó aquellos años desquiciados tras los «problemas» del Emérito, ha contribuido a la distensión y favorecido la fluidez. La misma fuente considera que «habría que felicitar al que tuviera la idea del nombramiento por el servicio que ha prestado a España». Así las cosas, uno de los retos que se antoja complicado en los próximos meses será la decisión sobre la presencia, o no, del Rey Emérito en el 50 aniversario de su propia coronación el 22 de noviembre.

Otro de los aciertos que se le atribuyen a Villarino, que parece compartir el temperamento sosegado de Don Felipe, es la transmisión de la empatía de la pareja real a nivel de la calle. Y todo ello sin transformar a los monarcas, más bien al contrario. Hacer plausible lo mejor de sus distintas personalidades, que difieren entre sí tanto como con la de los Eméritos. En este punto, las imágenes de los Reyes enfangados literalmente en Paiporta tras la dana que asoló la Comunidad de Valencia es el mejor ejemplo de ello. Una situación delicada y compleja que se resolvió de una manera tan favorable para su imagen que vuelve a resemblar una secuencia creada por Inteligencia Artificial.

La transparencia, impuesta por el Rey desde su llegada al Trono, ha sido ejecutada milimétricamente este primer año de la era Villarino. Incluso podría decirse que se han pasado de frenada en la contención del gasto. El Tribunal de Cuentas que audita las cuentas de la Familia Real hizo público por primera vez su informe en julio del año pasado. Em 2024 la Casa se ajustó tanto al presupuesto que habrían «sobrado» unos 50.000 euros.

La relación con el Gobierno de Pedro Sánchez se antoja otra piedra en el zapato de Villarino, que en su primer año de mandato se ha desayunado más de un día con información publicada sobre esos desencuentros. El último capítulo fue la ausencia de los Reyes en la reapertura de la Catedral de Notre Dame el pasado 7 de diciembre. Finalmente, Villarino terminó asumiendo una culpa que quizá no fuera suya para no emborronar la relación con el otro Palacio de La Moncloa.

Otra de las sombras que ha empañado el primer ejercicio en Zarzuela ha sido la evidente falta de sintonía con el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, viejo conocido del diplomático. De hecho, fue Albares quien cesó a Villarino como jefe de Gabinete después de que los anteriores ministros lo hubieran mantenido en su puesto. Tampoco se prodiga Albares en las entregas de Cartas Credenciales de los nuevos diplomáticos extranjeros a Felipe VI en el Palacio Real.

El lunes de esta semana ha tenido lugar la última de esas ceremonias que, por primera vez en la Historia, contó con la presencia de dos mujeres de la cúpula de la Casa del Rey. Se trata de Mercedes Araújo, secretaria general del Rey, y Carmen Castiella, consejera diplomática. Ambas fueron nombradas el pasado mes de diciembre, otra muestra de renovación y apuesta por la paridad. No en vano tres de los cuatro miembros de la Familia Real son mujeres (cuatro si contamos a Doña Sofía).

Su relación con la Prensa también está marcando una nueva era. Cuentan los veteranos del oficio que esta cercanía con un jefe de la Casa no es nada habitual. La apertura y transparencia que predica Felipe VI cala también entre los miembros de su equipo. Resulta más ágil y beneficioso para las partes el camino emprendido por Villarino con los informadores que, aunque incipiente, apunta maneras.