En la mira de Trump
Más que guardar las formas, es evidente que lo que prioriza el nuevo mandatario de los Estados Unidos es lograr sus objetivos y demostrar así el poder que concentra en sus manos y la enorme capacidad de influencia que sus decisiones pueden tener en el ambiente internacional.
Desde su llegada a la Casa Blanca, el presidente número 47 de la Unión Americana arremetió vía órdenes ejecutivas contra México y Canadá, más tarde contra China, con la amenaza reiterada de imponer aranceles progresivos si a su juicio no se satisfacen sus expectativas.
China ha mantenido una posición discreta, sabedora de su potencialidad; Canadá ha respondido con cierta tibieza a las amenazas y México ha intensificado su actividad contra la migración y las bandas criminales, haciendo promoción de los logros obtenidos durante los últimos meses: destrucción de laboratorios, aseguramientos de grandes cantidades de droga, detenciones de personajes importantes y, finalmente, el traslado de un ramillete de capos al país del norte, como ofrenda, para tratar de paliar la virulencia del Ejecutivo norteamericano.
Pero la actitud del magnate no se orienta solo al ámbito interno o a la región del norte del continente. Su intencionalidad apunta a buscar una modificación sustantiva en el tablero mundial y la imposición de sus condiciones a escala global.
Lo sucedido en días pasados en la Casa Blanca con el presidente de Ucrania va más allá de un regaño y una descortesía del anfitrión hacia su invitado; puede ser el preámbulo al retiro del apoyo estadounidense al esfuerzo de guerra contra Rusia, lo que se percibe como un guiño al jerarca ruso y el incremento de tensiones con la Unión Europea, lo que podría impactar en el rediseño o incluso la desaparición de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), cuya base fundamental de fuerza, recursos financieros e influencia geopolítica es, precisamente, Estados Unidos, lo que induciría el fin de la guerra con la derrota consecuente de Ucrania.
Con respecto a nuestro país, el presidente Trump, acostumbrado a negociar desde una posición de fuerza, al no sentirse satisfecho con las acciones llevadas a cabo por el gobierno mexicano, con su “acostumbrada sutileza”, aseguró que recomendaría a la fiscal general de su país que investigue a políticos mexicanos que se hayan beneficiado del trasiego de fentanilo, lo que adiciona un ingrediente más de presión al gobierno de México en esta compleja e inédita relación bilateral.
Con todos los personajes que ya tiene en su poder el gobierno norteamericano, ¿será posible que en el futuro cercano veamos nuevas ofrendas, ahora de la clase política?