Musk pierde puntos en la cúpula, por Mirko Lauer

Elon Musk con su sierra eléctrica para rebanar puestos federales a granel parecía el verdadero N°2 en el nuevo gobierno Trump. Ahora parece que ya no lo es tanto. Los secretarios (ministros) a cargo de diversas carteras han reclamado, y obtenido, el derecho a ser ellos quienes liquiden puestos de trabajo federales.

    La respuesta de Donald Trump al conflicto ha sido digna de un monarca: el programa GORE de Musk tiene todo apoyo, pero los despidos federales los van a hacer los secretarios en cada uno de sus respectivos sectores. Esto es un evidente hachazo al poder de Musk, quien venía oficiando en Washington como una suerte de superministro de la corte.

    El principal conflicto de Musk por el tema federal hasta aquí ha sido con el secretario de Estado Marco Rubio, es decir el ministro de Relaciones Exteriores. Ese es el segundo lugar en el organigrama de Washington, pero Musk no estaba muy convencido de esto hasta que comenzaron los problemas con los despidos de empleados públicos.

    Los observadores venían suponiendo que el primer revés de Musk se daría en el choque de personalidades con Trump. Pero este último ha preferido evitar lo personal y actuar por la vía administrativa. Ahora el empresario podrá determinar despidos, pero no llevarlos a cabo. Con lo cual su motosierra pasa a tener un papel simbólico.

    Se veía venir, por algún lado. Musk se viene paseando por las reuniones de la cúpula gubernamental con un gorro puesto, con el que quiere decir algo así como “Mi ayuda fue decisiva en esta campaña electoral”. Pero no calculó que la política tiene sus propias reglas. La primera de ellas es no pisar callos con poder.

    Lo que acaba de suceder es un capítulo más en la historia de retrocesos en el blitz de Trump. Por lo pronto los puestos federales muy necesarios van a ser conservados, como en el caso de los controladores aéreos. Así Trump va a ir desmantelando aspectos muy dramáticos de su regreso al poder presidencial.

    Washington no es Tesla. El poder político de Musk en los EEUU acaba de ser acotado, pero no serruchado. El hombre conocido como el más rico del mundo seguirá siendo tremendamente poderoso y seguirá predicando el catecismo de la extrema derecha, pero con el poder contingente del riesgo empresarial.