De Rumanía a «Hamburgo» con escala en Málaga
El madrileño Lino Escalera cayó de pie con la dirección de su primer largometraje, «No sé decir adiós» (2017), un drama familiar protagonizado por el añorado Juan Diego y la premiada Nathalie Poza que obtuvo tres nominaciones a los Goya y hasta cuatro premios en el Festival de Málaga. Ocho años ha tardado este cineasta en estrenar su segunda película, «Hamburgo», con series y cortometrajes de por medio, que nada tiene que ver con la historia de su ópera prima. Asegura Escalera, sobre el lapso temporal, que «no es sencillo» poner en pie un proyecto así, y que, entre otros motivos, «que se cruzara la pandemia retrasó la puesta a punto» de este thriller rodado con una cámara de 16mm. que se desarrolla en la Costa del Sol. Si en su primera cinta el madrileño coescribió el guion con Pablo Remón, curiosamente ahora, en «Hamburgo», hace lo propio con el hermano pequeño de este, Daniel Remón, amén de Roberto Martín Maiztegui.
«Hacer la vista gorda»
Respecto a cómo ha sido construirlo junto a dos profesionales con los que no había trabajado antes asegura Lino Escalera que se han entendido «perfectamente», cada uno con sus parcelas «muy delimitadas», y que aunque no hubiesen laborado juntos, se conocían «muy bien desde hace tiempo».
Comenta el director de la película que se han documentado «a fondo» para tratar «un tema tan delicado como la trata, que es una forma de esclavismo en pleno siglo XXI». Convenimos que para que la prostitución forzosa se dé entre nosotros, para que sea permitida o tolerada, debe mirarse hacia otro lado, «hacer la vista gorda» dice él, por parte de las autoridades y de la sociedad en general. En este caso, la belleza corrosiva de la rumana Ioana Bugarin es la que da vida a Alina, una extranjera «condenada a prostituirse» por las mafias locales en los antros más infectos de la Costa del Sol.
La actriz de Timisoara curiosamente «no hablaba castellano antes del rodaje», nos comenta Escalera, y lo aprendió casi a la perfección durante el mismo: «Es una mujer muy inteligente», asegura el director, que tuvo claro que iba a ser ella cuando hicieron el casting en Rumanía.
Claro que, de nuevo el litoral malagueño vuelve a ser escenario de una historia de mafias, drogas, violencia y prostitución. ¿Acaso con esta insistencia no estamos dando una imagen distorsionada de Málaga? No lo ve así el realizador, pero entiende que alguien de la zona pueda sentirse «atacado en su orgullo». Opina él que esta es «una realidad patente en la zona» y que, «por sus características, da mucho juego para este tipo de thrillers». Pareciera, en fin, que la trata es un fenómeno autóctono como el terral o el cartojal; como si en otros lugares no se diese.