Crítica de 'Si yo pudiera hibernar': un genio en apuros ★★★ 1/2
No conocemos apenas nada del cine mongol, pero «Si yo pudiera hibernar» no satisfará el hambre de los buscadores de exotismos, porque, en esencia, lo que explica podría ocurrir en una ciudad de provincias de China o en la América profunda. Su universalidad es su principal aliciente y, tal vez, su talón de Aquiles.
En esta crónica de iniciación a la edad adulta de un adolescente que tiene que elegir entre convertirse en el cabeza de familia que su madre, alcohólica e irresponsable, evita ser, o abrazar su prometedor futuro como genio de la física, podemos percibir incluso los ecos de «El indomable Will Hunting».
La película trabaja con eficacia los mecanismos de identificación con el chaval, que, al final, cuando tiene que sobrevivir con dos de sus hermanos al duro invierno de Ulaanbaatar en una tienda sin carbón para calentarse, puede encogernos el corazón tanto como lo hacían los niños de «Nadie sabe» de Kore-eda, pero pronto veremos que la acción está muy estructurada para reducir el acento local al mínimo y desarrollarse por caminos previsibles, a lo largo de los que parece que el personaje va a tirar la toalla para finalmente atreverse a explotar su talento.
No hay sorpresas en la fórmula del argumento universal de la autosuperación y sus obstáculos, pero se nota que los personajes y el ambiente en el que viven están retratados con cariño y empatía por la directora, que se ha basado en sus propias experiencias. Queda una película correcta y emotiva que demuestra que en Mongolia también se hace cine mirando hacia los Oscar (fue la candidata del país mogol).
Lo mejor: Es conmovedor el retrato de la voluntad de autosuperación de su protagonista
Lo peor: Acaso sea muy previsible, como si hubiera pasado por varios laboratorios de guion