La estepa helada de Kazajistán fue, durante la II Guerra Mundial, un escenario improbable donde se encontraron las dos Españas. Allí, a miles de kilómetros de Madrid, se cruzaron los destinos de republicanos formados en la URSS y de divisionarios que habían combatido junto a los nazis en el frente de Leningrado. Ambos acabaron prisioneros en Spassk-99, un gulag estalinista levantado en mitad de la nada, una vasta extensión de tierra yerma donde el invierno desplomaba el termómetro por debajo de los cuarenta grados bajo cero. Spassk99 era uno de los muchos campos de trabajo forzados que se multiplicaron en el sistema soviético. Miles de hombres fueron hacinados allí, obligados a excavar, transportar piedras, sobrevivir con raciones mínimas y combatir...
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