"El mundo está mirando": Trump y Xi se reúnen con el futuro del comercio mundial en juego
El presidente Donald Trump envió un mensaje claro a los líderes empresariales en la víspera de una cumbre de alto riesgo con Xi Jinping, que determinará si Estados Unidos y China extienden la tregua en su guerra comercial o vuelven a un escenario de hostilidad económica.
"El mundo está mirando", dijo Trump a ejecutivos durante el foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico en Corea del Sur. "Creo que tendremos algo muy emocionante".
Cuando ambos mandatarios se reunieron por última vez en 2019, sus países también estaban enfrentados por el comercio, pero esta vez las apuestas son mucho más altas.
Si la tregua -iniciada por Trump en enero- expira en noviembre, las dos mayores potencias económicas del mundo podrían volver a imponer aranceles superiores al 100%, niveles que el secretario del Tesoro Scott Bessent comparó previamente con un embargo comercial.
La administración estadounidense ha acusado a China de "mantener como rehén" a la economía global con sus nuevos controles a la exportación de tierras raras, mientras que Beijing sostiene que son una respuesta a la inclusión de empresas chinas en la lista negra comercial de EE.UU.
Según los expertos, hay algo claro: el gobierno chino ahora está dispuesto a usar su poder de negociación de formas que antes no había considerado.
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La reunión del jueves marca el final de una gira asiática en la que Trump ha encantado a sus aliados y recibido halagos. Foto: Archivo.
"Durante décadas, China habló del comercio como un ‘lastre' que estabilizaba la relación. Ahora lo ve como una espada y un escudo en una competencia estratégica", dijo Sara Schuman, exnegociadora comercial principal de EE.UU. con el país asiático.
El cambio, explicó un académico vinculado a Beijing, ha modificado el equilibrio de poder entre ambos países. Aseguró que han alcanzado un "equilibrio dinámico" que continuará hasta que uno de los dos logre romper la dependencia del otro en tecnologías críticas como las tierras raras o los semiconductores.
"¿Quién romperá el equilibrio? Depende de quién desarrolle nuevas capacidades más rápido", afirmó.
Para Xi, la cumbre será una oportunidad de mostrar que puede manejar el caos que implica negociar con Trump. El mandatario estadounidense, por su parte, casi con certeza presentará cualquier acuerdo como una prueba más de su habilidad negociadora.
La reunión del jueves marca el final de una gira asiática en la que Trump ha encantado a sus aliados y recibido halagos, incluso de la primera ministra japonesa Sanae Takaichi y del presidente surcoreano Lee Jae Myung.
Sin embargo, Ryan Hass, experto en China del Instituto Brookings, advirtió que Xi "no se dejará influir por el encanto o la persuasión".
"A diferencia de otros líderes mundiales, Xi no participará en la ficción de que él y Trump tienen una relación personal cercana. Para él, la reunión es un asunto de negocios, no de camaradería", señaló.
Tras las conversaciones en Malasia, Bessent indicó que China parecía dispuesta a retrasar por un año la implementación de su régimen de control de exportaciones de tierras raras, lo que probablemente permitiría a ambos países extender la tregua comercial.
Funcionarios de ambos gobiernos revelaron partes del acuerdo esperado: Beijing comprará soja estadounidense, lo que ayudará a los agricultores, mientras que Trump reducirá el arancel del 20% impuesto a China por exportar ingredientes de fentanilo.
China ya había ofrecido actuar sobre los ingredientes del fentanilo, pero EE.UU. insistió en ver resultados antes de reducir los aranceles. El acuerdo preliminar sugiere voluntad de compromiso en ambos lados.
"Es una situación de huevo y gallina sobre quién debe dar el primer paso", señaló Schuman, ahora directora de comercio internacional en Beacon Global Strategies. "Cuando los dos líderes se reúnan cara a cara, podrán evaluarse mutuamente y decidir si existe una forma de romper el estancamiento".
Sarah Beran, exfuncionaria del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, dijo que una "lista modesta de compromisos" devolvería la relación al punto en que estaba antes del reciente aumento de tensiones por las tierras raras.
"Ambas partes usan la reunión para estabilizar temporalmente la relación, frenar el ritmo del desacoplamiento y minimizar su impacto económico", explicó Beran, hoy socia en la consultora Macro Advisory Partners.
Diplomáticos y analistas en Beijing señalaron que la gran incógnita es qué busca Xi a cambio de retrasar las restricciones, comprar soja y permitir que inversores estadounidenses tomen el control de TikTok en EE.UU.
No está claro si Washington había accedido a pausar nuevos controles de exportación que podrían afectar a empresas chinas, indicó Craig Singleton, experto en la Foundation for Defense of Democracies.
Los aliados de EE.UU. también observan si Trump cederá terreno sobre Taiwán. Beijing quiere que el presidente cambie la fórmula habitual de Washington -"no apoyar la independencia de Taiwán"- por una postura de oposición a cualquier intento de independencia. Trump había sugerido que podría surgir el tema, pero dijo a la prensa: "No sé si siquiera hablaremos sobre Taiwán".
Para Xi, la cumbre podría allanar el camino para una visita de Trump a China a comienzos del próximo año, que eventualmente podría ser correspondida con una visita del líder chino a EE.UU., según un alto diplomático en Beijing.
Trump es visto como el funcionario menos beligerante de su administración respecto a China, y en la capital china esperan una oportunidad para que Xi mantenga una conversación extensa y privada con el presidente estadounidense, según una fuente conocedora del asunto.
Durante el primer mandato de Trump, ambos países solo lograron un limitado "acuerdo de fase uno", centrado principalmente en la compra de productos agrícolas estadounidenses, en lugar de un pacto más amplio sobre temas estructurales.
Beran advirtió que el nuevo acuerdo que probablemente firmen el jueves tampoco abordará las tensiones estructurales de la relación.
Independientemente de cómo presenten el acuerdo ambos líderes, los expertos subrayan que las tensiones subyacentes entre ambos países hacen muy improbable que el resultado resista la prueba del tiempo.
"Ninguna de las cinco reuniones anteriores entre Trump y Xi ha producido avances duraderos o entendimientos estables sobre el rumbo de la relación", concluyó Hass. "Es poco probable que esta reunión rompa ese patrón".
