La mañana del funeral por las víctimas de la dana -¿por qué lo llaman homenaje?- , en la plaza del Mercado Central de Valencia brillaba un sol decidido y amarillo casi blanco. Una luz descarada acuchillaba lateralmente la fachada del edificio de la Lonja, de piedra tan blanca, tan ordenada y tan soleada, digo, que parece un mal chiste a un año de la dana. Ni siquiera la bandera, acostada sobre la calma chicha del mediodía, parece rendida a media asta. El aniversario de la dana, límpido y brillante, se aparece como el reverso de aquel 29 de octubre con su atropello de lodo, de troncos, de coches, de agua y de cuerpos que parece borrado si no fuera por...
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