No hace falta irse a Hollywood para topar con historias alucinantes. Desde la calle Alfileritos, en el corazón de Toledo, partieron un buen día de 1992 los hermanos Fernando y Miguel Ángel Garrido Polonio en dirección a Rusia, recién caído el Telón de Acero, para tratar de cumplir la promesa que le habían hecho de niños a su abuela. Aquella señora, con la paz que debe de dar estar a un paso del otro barrio, había confesado a sus nietos que «siempre había vivido con la tragedia de no saber que había sido de los restos de su hijo». Y estos la tranquilizaron: cuando fueran mayores, irían a buscarlo. Mariano Polonio, que así se llamaba, fue uno de tantos jóvenes que se enroló como voluntario en la División Azul y ya no regresó a España. A la familia le comunicaron que había muerto combatiendo en la II Guerra Mundial, pero no hubo más. Y los hermanos, abogados, «decidimos un poco a la aventura, pero una aventura imposible, el ir a Rusia a intentar localizar la tumba, si es que había tumba, de nuestro tío», cuenta Fernando a ABC. Era un milagro... Pues por increíble que parezca, seis años y un montón de viajes después, lo consiguieron. No sólo eso. Averiguaron que el tío Mariano falleció la noche del 31 de mayo de 1942 en el frente de Nóvgorod, a orillas del río Vóljov, unos 200 kilómetros al sureste de San Petesburgo -entonces Leningrado-. «El páter del batallón envió una carta a mis abuelos dándoles la noticia y diciendo que había muerto de un disparo en el abdomen sin orificio de salida», relata Fernando, que añade: «Y efectivamente, tantísimos años después, cuando encontramos la fosa con los restos de nuestro tío, tenía la bala incrustada en la cadera . Se hizo un análisis y era una bala rusa que había sido disparada a unos 300 metros de distancia desde una posición superior». Parece ser que el voluntario Mariano se encendió un cigarrillo en la trinchera, lo que le iluminó y convirtió en blanco fácil para el francotirador de turno, que apostado en un árbol o donde fuera, disparó y lo mató. La historia, tan asombrosa que parece una película, se verá precisamente en la gran pantalla desde este viernes, aunque cambiando los personajes. Lleva por título 'La Bala'. Al frente del proyecto está Carlos Iglesias, que aquí escribe, actúa y dirige un reparto en el que aparecen Silvia Marsó, Carlos Hipólito, Eloísa Vargas, Roberto Álvarez, Miguel Rellán o Manuel Morón. De los Garrido Polonio supo durante una recepción en la embajada rusa. «Con el tiempo nos hicimos amigos, me invitaron a su casa y me enseñaron la bala. Y justo en ese momento nació la sinopsis de la película», recuerda el director a este periódico. Iglesias cree que en España «hay historias interesantísimas que podríamos contar si fuera un poquito más sencillo el levantar un proyecto cinematográfico». También autor de 'Un franco, 14 Pesetas', 'Ispansi (¡Españoles!)' o '2 francos, 40 pesetas', donde escenificó su propia experiencia de crío en Suiza o la de aquellos niños que el Gobierno de la II República mandó a la Unión Soviética en la Guerra Civil, su obsesión como director es que se conozca la memoria de nuestros padres y abuelos. «He sido muy mal estudiante, pero había dos asignaturas en las que sacaba matrícula de honor. Una era Geografía y otra, Historia. La Historia es ideal para una película. Con 'Ispansi' me ocurrió que estaba en la Escuela de Arte Dramático y el profesor de Interpretación, Ángel Gutiérrez, había sido un niño de la guerra. Nos contó muchísimas peripecias y me dejó impactado. Me documenté, fui a Rusia, hablé con unos y otros y así se hizo 'Ispansi'», explica Iglesias, para quien «la juventud, hoy, apenas sabe de la División Azul y menos el que hay dos hermanos que llevan años recuperando cuerpos». Porque los Garrido Polonio no se conformaron con hallar el cadáver -o más bien lo que quedaba de él- de su tío, sino que publicaron el libro 'Nieve roja' narrando la odisea y fundaron la Asociación de Desaparecidos de Rusia . Allí se calcula que murieron 5.000 españoles; «hemos localizado 3.000 tumbas, identificando casi el cien por cien y repatriando los restos de en torno a 50 soldados». La iglesia de los Carmelitas de Toledo es el lugar en el que se los entregan a los familiares. Volviendo a 'La bala', Iglesias desvela que la idea era rodarla en el lugar en el que realmente transcurrió la acción: «Estuvimos a punto. Los hermanos son íntimos de cargos militares importantes rusos que nos lo hubieran facilitado, pero comenzó la guerra de Ucrania». Las localizaciones escogidas han sido Madrid, Collado Villalba, Ciudad Rodrigo y la provincia de Toledo. «Pese a que tenemos un estatus especial, desde la pandemia no hemos ido a Rusia. Lo imposibilita la situación actual, aunque tenemos previsto retornar cuando se normalice», asegura Fernando.