‘Rodri, así no’, le recuerda exministra de Justicia Fiorella Salazar a su excolega de gabinete
Cuando, a finales de julio de 2020, intercambiamos nuestros últimos mensajes de WhatsApp, te escribí que “era momento de sumar; que si querías hacer carrera política, así no”. Me respondiste que “qué lindo tener amigos que le hablen a uno con la verdad de cómo piensan” y que “no tenías ambición política”. Muy pronto fue evidente la inutilidad de mis palabras… y el vacío de las tuyas.
A seis meses de que termine tu administración, y viendo el desgaste que has provocado en el país que te eligió para cuidarlo, vuelvo a decírtelo: así no. Lo digo por si acaso ya no queda nadie cerca que se atreva a hablarte con la verdad, como en aquel cuento del traje del emperador, donde todos fingían ver lo que no existía.
Dijiste que venías a gobernar para la gente, pero no aclaraste que no era para toda la gente. Se multiplican los lastimados: agricultores, personas cuidadoras, medios de comunicación, jóvenes que se han quedado sin becas, celebraciones patrias, víctimas inocentes del crimen que solo ha ido en aumento desde que llegaste… y más.
Prometiste quitar coronas, pero solo las cambiaste de cabeza. También las colocaste sobre quienes, en cualquier otro momento, habrían sido apartados del escenario público por los cuestionamientos que pesan sobre sus hombros. Vos, en cambio, los protegés y promovés. ¿Dónde quedó la promesa de transparencia?
Te presentaste como enemigo de la corrupción, pero se acumulan las denuncias e investigaciones. Negás haber cometido beligerancia, pero abandonás la Asamblea Legislativa para subirte a una tarima financiada por un partido político, desde donde despotricás contra los equilibrios institucionales que este país ha construido para convivir en paz. Más grave aún: invocás la sangre como defensa de tus posiciones, aunque no te asista la ley que juraste defender: la estridencia no anula el Estado de derecho.
Hiperbolizás al decir que el TSE te impone una mordaza, cuando en realidad te impone las mismas reglas que han respetado sin aspavientos tus predecesores. La verdadera mordaza es la que hoy aprieta a los medios de radio y televisión que no tienen el músculo económico para competir en la subasta de frecuencias. Aplicás un enfoque mercantilista donde se necesitaba visión de estadista, olvidando que la fuerza del tejido social también se nutre de las voces locales y las emisoras tradicionales que dan vida a nuestra identidad.
El país que dijiste venir a rescatar está hoy más dividido y cansado. En retroceso en educación, salud, seguridad, turismo, inversión extranjera, obra pública y libertad de expresión.
El odio es un combustible peligroso. Gobernar a punta de rabia y ego no construye patria. Esa puesta en escena semanal en la que ridiculizás y polarizás no es valentía, es combustión para una parte del país que genuinamente quiere creer en un liderazgo que haga las cosas diferentes. Pero las palabras se quedan en bravuconadas: los resultados no te acompañan.
Pero ojo, porque también está la otra parte del país: la que no ve tus programas semanales ni compra tus relatos. La que ve que se está violentando la ley. La que no grita insultos. La que cree en la decencia como fuerza política. La que no tiene micrófono, pero sí memoria, conciencia y voto. La que está harta de ver a Costa Rica convertida en un espectáculo de agresiones y vergonzosos titulares internacionales.
En doscientos años de vida republicana, la memoria histórica no ha sido indulgente con los soberbios, ni con quienes destruyen lo que otros construyeron con esfuerzo y honestidad, mucho menos con quienes no han respetado el resultado de las urnas o han intentado apropiarse del gobierno como si se apropiaran del país. Ser una de las democracias más sólidas y solventes del mundo trasciende personalismos.
Tu relato mesiánico no caló. Estás en la recta final. La Historia –indiferente a likes y aplausos– te espera en una encrucijada: el balance entre méritos y daños. Todavía estás a tiempo de elegir cómo te van a recordar.
No podrás decir que no te lo dije, por segunda vez.
Fiorella Salazar Rojas es exministra de Justicia y Paz.
