«La dama boba», ni un pelo de tonta
Le chirrió a Alfredo Sanzol, como debería ocurrir por defecto, eso de que la mujer perfecta es «la que es inteligente y se está callada». Aparecía en un texto de Lope de Vega, «La dama boba», en la que el autor hacía una sátira contra el machismo del Siglo de Oro –«no muy diferente al actual», puntualiza el reciente Premio Nacional de Literatura Dramática–. Gustó la pieza a Sanzol, ahora al frente de este montaje de La Joven Compañía, porque en ella las mujeres ni se callan ni paran. «Subvierten el ideal y hacen de su carácter su bandera. La boba por boba y la lista por lista», continúa. A «La dama boba» –en la Comedia del día 28 al 10 de diciembre– se abraza el dramaturgo y director para brindar su teatro a «todas y todos a los que, en algún momento, nos han obligado a hacernos ‘‘las rubias’’, ‘‘los suecos’’ o ‘‘las Fineas’’», dice, y alude al libreto:
–Otavio:Di, Finea, ¿no eres simple?
–Finea: Cuando quiero.
–O.: ¿Y cuando no?
–F.: No.
Entonces, ¿es boba o se lo hace? «Como todas las buenas obras, ésta tiene diferentes niveles de lectura –responde Sanzol–. Lope nos presenta a un personaje al que tratan como si lo fuera y ella actúa como tal. Después, las palabras hermosas la transforman en discreta y, finalmente, se hace la tonta para lograr sus objetivos amorosos. Las fábulas sencillas se hacen complejas cuando plantean grandes problemas». Una postura que, como cuenta Paula Iwasaki (Finea), no se ha zanjado durante los ensayos: «No es boba, sin embargo, juega a serlo sin saber que lo está haciendo», argumenta. La protagonista cree ser lo que todos los demás le dicen porque eso, simplemente, le permite vivir en paz sin cuestionarse qué sucede a su alrededor. «Creo que todos alguna vez hemos adoptado roles que nos han asignado de forma inconsciente en nuestras familias –habla la actriz– y al final esa esencia nos ha acompañado de un modo u otro en nuestro carácter según la situación en la que nos hemos encontrado».
Finea, «una mujer atrapada en una cárcel de prejuicios e ignorancia» –para Sanzol–, es una joven ingenua, infantil e instalada en una actitud irracional que le permite vivir sin cuestionarse las órdenes de los hombres que la rodean, entre ellos, su padre, Otavio (Daniel Alonso de Santos), defensor de las cosas «como deben ser». Hasta que conoce a Laurencio (Pablo Béjar) y se enamora de él..