¿Qué puede hacer la familia?
Diversas comunidades autónomas han promulgado leyes en las que se otorga al profesorado, en el ejercicio de su cargo, la condición de autoridad pública. ¿Esa autoridad se ha ganado, en la práctica, en el aula?
– El respaldo legal de las administraciones a la autoridad del profesorado es algo esencial, una condición absolutamente necesaria, pero no suficiente. Las normas de los centros, la coherencia en los comportamientos de los adultos y la generación desde el propio centro de una cultura de respeto al profesor resulta un complemento indispensable –y si se quiere ser más efectivo– de lo anterior.
¿Qué factores sociales han podido influir para que el alumnado que ahora tenemos en las aulas sea más disrruptivo y violento que el de otras generaciones anteriores?
–Es bastante evidente que vivimos, en algunos países desarrollados, una crisis general de la idea de autoridad. Una democratización mal entendida de las relaciones entre personas de diferente nivel (de edad, de conocimiento, de experiencia, etcétera); un derrumbe de la idea de jerarquía; una falta de atención a la educación cívica y la desestructuración de los entornos familiares, probablemente estén entre algunas de las causas de ese fenómeno.
¿Qué papel tiene la familia a la hora de evitar las situaciones de conflicto de las que ahora muchos docentes se quejan públicamente?
–La familia es el primer y más importante entorno de socialización de niños y de adolescentes. Allá donde se aprenden las normas básicas de convivencia y donde se interiorizan en forma de hábitos. Si esa institución social fundamental falla en lo esencial, el centro educativo, que es el siguiente escalón, lo tiene mucho más difícil. Puede compensar ese déficit endosado, pero con mucho más esfuerzo y dedicación.
¿Cómo se podría revertir esta situación?
–Existe evidencia empírica sobre la importancia decisiva que tiene la coherencia entre las instituciones en las que se inserta el niño para el éxito de su educación moral. De ahí la importancia de las relaciones entre escuela y familia, en tanto que son socios necesarios para esta empresa común. Particularmente, en entornos socialmente desfavorecidos, el centro educativo ha de tomar la iniciativa y poner a disposición de la meta su conocimiento experto y su auctoritas social.
*Director de la Cátedra de Políticas Educativas de la Universidad Camilo José Cela y ex presidente del Consejo Escolar del Estado