El Barça se teme una encerrona en Mestalla

Le espera al Barcelona un recibimiento hostil. Uno más. Cierto es que Mestalla nunca ha sido una plaza con ligero color azulgrana, todo lo contrario, pero en las últimas temporadas, por diferentes motivos, se ha acrecentado la animadversión hacia el equipo catalán. Las últimas polémicas que han rodeado al Barça, unidas a la situación político y social que se vive en Cataluña, han generado una repulsa que hace unas temporadas no existía. Al menos de forma tan flagrante. Mestalla será una olla a presión para recibir a los de Valverde. El Valencia ha ofrecido las entradas a precios asequibles para que su feudo presente un aforo que intimide a los culés, que en el partido de la ida hace una semana apenas lleno medio Camp Nou. «Emocionalmente será muy intenso. Pero tenemos que jugar con el corazón y la cabeza. Hay que ser inteligentes. Si no defendemos extraordinariamente bien no pasaremos la eliminatoria. Habrá fases del partido donde el rival nos someterá. Debemos ser inteligentes y le pido a Mestalla que nos ayude a defender. No tenemos equipo para dominar al Barça durante 90 minutos. Tenemos que llegar al final con opciones de pasar", ha explicado Marcelino intentando motivar a su afición a pesar del resultado adverso que deben levantar. Si los partidos entre el Valencia y el Barcelona suelen ser bastante calientes cuando se juega en la ribera del Turia, en esta ocasión hay varios aspectos que han elevado los grados de cocción. El principal es la jugada que propició la lesión de Andreas Pereira tras una entrada desmedida de Sergi Roberto. Aunque el catalán no es un jugador violento y se disculpó pública y privadamente con el centrocampista, que estará un mes de baja por una rotura fibrilar en el muslo izquierdo, en Valencia le esperan con ganas y recibirá los silbidos cada vez que toque la pelota. Valverde tiró de ironía para disculpar a su jugador y advertir al rival: «La jugada de Sergi Roberto fue fortuita, como fue fortuito que el portero del Valencia golpeara a Godín y le rompiese los dientes. No creo que fuese con intención de hacer daño». El segundo aspecto hace referencia a la actitud de Luis Suárez, al que muchos jugadores acusaron de provocador durante la ida de la semifinal. El uruguayo mantuvo una dura pugna con Gabriel Paulista y el brasileño desveló las bravatas del charrúa: «Son cosas de dentro del campo, él me decía que yo era un cagón, y yo le decía que era un buen jugador, que era el mejor '9' del mundo, pero eso se queda dentro, y luego olvidamos y ya está». Precisamente, Marcelino se refirió a este aspecto: «Todos nos conocemos y debemos saber como juega el rival. No podemos distraernos en el rival, apartándonos de lo futbolístico. No debemos caer en provocaciones». Suárez está a una tarjeta de la suspensión y si ve una amarilla en Mestalla se perdería, como el año pasado, la final de la Copa si se clasifican. Valverde salió en su defensa: «Alguna vez hemos comentado con Luis algo respecto a su carácter. La agresividad que tiene en ataque, en cuanto a buscar espacios y el gol, nos viene muy bien, aunque a veces le provoque alguna tarjeta de más. De momento, vamos a jugar una semifinal. Vamos a poner todo para ganar. Ya nos preocuparemos por el futuro». El tercer aspecto, por habitual no es menos importante y hace referencia al castigo al que somete la afición che a Jordi Alba, que militó durante tres temporadas en el Valencia. La afición no le perdona que se marchara al Barça y en el partido liguero de la primera vuelta ya le castigaron con pitos y abucheos, algo que el lateral no encajó demasiado bien. Seis años después aún escuece su salida: «No entiendo los recibimientos que me hacen desde hace seis años. Me da pena que me reciban así. Solo pido que me tengan respeto, como el que yo tengo por ellos. Vine gratis y dejé mucho dinero aquí para el Valencia y siempre estaré muy agradecido al club. Pero decidí marcharme a Barcelona, que es de donde soy, y es el mejor equipo del mundo», lamentó. Al margen de estos episodios, no hay que olvidar dos muy recientes. El primero, la polémica suscitada tras el gol de Messi en la prolongación que dio la victoria al Barça (2-3) el año pasado. Una botella impactó en varios jugadores culés mientras celebraban el gol. El árbitro era Undiano Mallenco, el mismo que pita esta noche. El segundo se sitúa en esta misma temporada (1-1), cuando Iglesias Villanueva no vio como Neto sacaba desde dentro de la portería un disparo de Messi.