Ed van der Elsken, el coleccionista de gente
0
«Público en un concierto de la Lionel Hampton Big Band», Concertgebouw, Ámsterdam, 1956. Nederlands fotomuseum
-
ED VAN DER ELSKEN, COLLECTION ED VAN DER ELSKEN ESTATE
La Fundación Mapfre, el Stedelijk Museum de Ámsterdam y el Jeu de Paume de París han coproducido una completa retrospectiva de Van der Elsken, que puede verse en Madrid. Renovador del género documental, cambió la naturaleza de la fotografía en su país y es uno de los primeros fotógrafos de autor, junto con Robert Frank. ¿A qué se refería cuando hablaba de «coleccionar gente de la mía»? Explica Hripsimé Visser, comisaria de la exposición, que «no era solo que a menudo se grabara y se fotografiara a sí mismo, a su familia y a los que le rodeaban, sino que también buscaba en otras personas, en los muchos países que visitó, las cualidades que se atribuía a sí mismo, con las que se identificaba, especialmente la autenticidad y el orgullo». Se fijaba por la calle en gente hermosa o rara y los retaba con su mirada o su ingenio hasta que conseguía que posaran para él. Primero los fotografiaba con una Rolleicord, más tarde con una Leica.
«Beethovenstraat», Ámsterdam, 1967. Nederlands Fotomuseum
-
ED VAN DER ELSKEN, COLLECTION ED VAN DER ELSKEN ESTATE
La generación herida
En 1950 se marcha a París, donde trabaja en el laboratorio fotográfico de la agencia Magnum (el Pictorial Service), positivando los trabajos de Capa, de Cartier-Bresson... Pero a quien más admiraba era a Ernst Haas. Allí conoció a la fotógrafa húngara Ata Kandó, que se convirtiría en su esposa. Se encuentra con la generación herida: jóvenes que conoce en los bares y cafés de Saint-Germain-des-Pres y ahogaban su desesperación en fiestas salvajes donde corrían las drogas y el alcohol. Una de ellas era la bailarina australiana Vali Myers, su pelirroja musa. Edward Steichen, el topoderoso conservador de fotografía del MoMA, le convenció para publicar un libro con esas imágenes parisinas, una especie de telenovela a medio camino entre la ficción y la realidad. En 1956 nace «Una historia de amor en Saint-Germain-des-Pres», conmovedor retrato de la ciudad y su trabajo más famoso. Van der Elsken y Myers se reencontrarían años después. Ella, convertida en una artista hippie que vivía en el sur de Italia con su joven amante. Y en 1972 el fotógrafo publica «Death in the Port Jackson Hotel», en el que rememora a su musa.
«Chica en el metro», Tokio, 1981. Nederlands Fotomuseum
-
ED VAN DER ELSKEN, COLLECTION ED VAN DER ELSKEN ESTATE
La muestra aborda cuatro décadas de trabajo. En «Bagara» (Búfalo), nos muestra su visión de África, adonde viajó durante tres meses en 1957. Dos años después, vendió todo y emprendió con su segunda esposa, Gerda, un viaje alrededor del mundo que duró catorce meses y que sufragaron publicando fotografías en revistas y documentales para televisión. Siempre tuvo un espíritu aventurero y mostró interés por las culturas extranjeras, como queda patente en «Sweet Life». Viajó quince veces a Japón, país que le fascinaba. Su proyecto «Tokyo Symphony» se publicó póstumamente. También fue un gran aficionado al jazz, que descubrió en un concierto de Chet Baker en Ámsterdam y al que dedicó un libro en 1959. Ahí están estrellas como Miles Davis o Ella Fitzgerald.
La exposición se cierra con «Bye», un conmovedor autorretrato con el que Van der Elsken se despide de la vida que tanto amó. Víctima de un cáncer terminal, se filmó hasta su muerte: «He filmado mi enfermedad. tengo que dejarlo. Quería hacer una película desde el más allá. Estoy cansado. Voy a dejarlo».