Un regalo de Santa Eulalia
Maaambo! Es lo que el viernes noche se vivió ante el número 93 del paseo de Gràcia, donde hoy vende sus fascinantes prendas tejidas con cachemir, lino o seda Santa Eulàlia. Para llegar a los 175 años de vida, la tienda donde se vestirían Jacqueline Kennedy y Audrey Hepburn si vivieran y lo hicieran en Barcelona, ha tenido a siete generaciones al frente.
Cuatro de la familia Sans, la de Luís, el actual propietario, que estaba especialmente exultante. Como a los 175 años no llega cualquiera, al mismísimo Bon Marché, los primeros almacenes de París le queda todavía una década para llegar a dicha edad, los de Santa Eulàlia montaron un sarao de los que hacen historia. Estaban invitados todos los barceloneses, los que visten en Santa Eulàlia y los que compran zapatillas en los centros comerciales.
Y allí se encontraron el señor de la calle Modolell con las instagramers brindando y riendo tras soplar las velas de un pastel único. Una tarta gigante de más de un metro de altura en forma de dedal, creada por Cristian Escribà para la ocasión.
La fiesta fue un río de sorpresas que se iban sucediendo, a cual más alucinante. Uno de los momentos más emotivos llegó a las nueve de la noche, después de que una rúa recorriera los tres kilómetros que separan la primera tienda que Santa Eulàlia abrió en la ciudad, en el pla de la Boqueria, del 93 del paseo de Gracia, donde se trasladó a principios del siglo XX. Allí, los patrones subieron simbólicamente por la fachada del establecimiento ante la mirada curiosa de transeúntes e invitados. Con sus andares esbozaron un gran vestido dibujado con más de 20.000 luces que diseñaron Josep Maria Civil y el artista Antoni Miralda, que dirigió la producción artística del festejo. Desde el desfile que partió de la Boqueria hasta el paseo de Gracia, con 80 músicos y 150 estudiantes de teatro y danza, a los que se fueron sumando ciudadanos e invitados y que se convirtió en un recorrido poético por la historia de la moda, hasta el espectáculo lumínico que cubrió toda la fachada de la tienda y que rendía homenaje a la patrona de la ciudad, Santa Eulàlia.