Real Madrid-Atlético: empate y a otra cosa
¿Cuánto importaba el partido? Antes del minuto 65, con el marcador igualado a un gol, Zidane quitó a Cristiano Ronaldo que, por supuesto, había marcado el gol del Madrid. Poco después, Simeone quitaba a Diego Costa.
Porque fue un derbi, pero no fue como los últimos derbis. Hubo la tensión de estos choques, sí y también una trama casi idéntica: el Madrid dominador y el Atlético esperando sus fogonazos mortales. Y sí, los dos quisieron ganar, sobre todo el equipo de Zidane, que tuvo más la pelota, que estuvo más cerca del área rival, que buscó mil maneras de penetrar en el entramado defensivo. Sí, pero el partido acabó con un reparto de puntos y nadie se fue excesivamente triste ni nadie le va a dar más vueltas a la cabeza sobre lo se pudo fallar. Eso no. Para el Madrid y para el Atlético la Liga ha quedado como una obligación, un manera de probarse, de repartir minutos, pero la competición, la cabeza y las ganas están en otra cosa, en los encuentros de entre semana.
Zidane sacó un once sin Casemiro, Isco, Benzema y Modric, aunque los últimos tres acabaron jugando y durante una hora casi todos los intentos blancos llegaron por las bandas. Con Bale y Cristiano Ronaldo de delanteros y el ya clásico 4-4-2 con Lucas y Asensio por las bandas. El primero trabajó como un loco durante todo el partido. De repente se le ve recuperando un balón en el área del Madrid y a los diez segundos está poniendo un centro al área rival. Acabó el partido cojeando, cuando su equipo ya no podía hacer otro cambio, sin parar de correr, porque ése es su modo de triunfar en este equipo. El Atlético esperaba, sin ninguna prisa y sin ninguna intención. Su aguante y su capacidad para no alterarse pese a los ataques exigen una paciencia infinita al rival. Y cuando ésta se agota, el Atlético ha sacado la zarpa y te encuentras con que te ha podido marcar. Con Diego Costa arriba no necesita más el grupo de Simeone para asustar. Como el Madrid veía que sus centros no terminaban de romper al rival, se fue desgastando y sin Casemiro eso es grave, porque a Kroos y a Kovacic les cuesta más mirar hacia atrás y situarse en el campo para que el rival no te coja la espalda. Con el paso de los minutos, ambos se relajaron y empezó a despertar Griezmann. El Atlético llegaba a ratos y el Madrid se chocaba con Oblak, excelente ante un remate de Varane y con el larguero, que impidió el tanto de Marcelo.
Se animó el partido después del descanso. E Asensio se centró un poco y durante unos minutos dejó la banda izquierda para Bale. Por ese lado, el galés que estaba teniendo un comportamiento discreto, estalló. Juanfran no tiene ya físico para seguirle, tampoco Savic llegaba y por ahí se estiró el Madrid y encontró un agujero en el muro. Desde ese lado, todo le sale natural al once blanco, puede centrar en carrera, con efecto, sin pensar, por instinto y así le puso el balón para que Cristiano hiciese lo que hace ahora siempre: gol. Es inevitable y es bastante probable que los rivales ya cuenten con eso cuando juegan contra el Madrid. La pregunta no es qué hacer para evitarlo; la pregunta es qué hacer para superarlo.
Al Atlético el gol le dio vida y al Madrid le desordenó lo suficiente como para irse del encuentro. Griezmann estaba ya alerta y nadie supo pararle. El mediocampo naufragaba en defensa y el francés empató. Si no marcó otro el equipo de Simeone en ese rato fue porque Navas estaba como Ronaldo, pero al revés: lo para casi todo. Si en la primera parte le había quitado un tanto a Costa, un minuto después del empate atlético, evitó el de Koke.
Tantas ocasiones a favor le debieron parecer un exceso a Simeone, que mandó a los suyos a la cueva, otra vez.
Zidane cambió el equipo, para jugar más por dentro, con Benzema, Modric e Isco. Es lo que tiene el Madrid, que cambia de dibujo y estilo con una facilidad tremenda. Tuvo la pelota otra vez casi todo el tiempo el conjunto local mientras intentaba superar la selva de piernas que es el área rojiblanca. Los rebotes y rebotes se producían otra vez. No había manera. Tocaba el Madrid al borde del área, pero moría siempre en el área. Sin Ronaldo, además, marcar es más complicado. No hubo más remedio que el empate.
Y a Europa.