Rajoy elude el ‘caso Cifuentes’, ataca a C’s por no tener ‘ni idea de España’ y presume del 155
En ese sentido, el presidente del Gobierno y líder del PP no ha dejado títere con cabeza. Su principal enemigo, queda claro, es Ciudadanos, partido al que las encuestas siguen situando como el favorito de los españoles de cara a las próximas citas electorales. Ciudadanos, con el 28,7 % de los votos, ganaría hoy las elecciones generales y se situaría 8,3 puntos por delante del PP, según un sondeo de Metroscopia que ha publicado este domingo ‘El País’, mientras que Podemos sería el único partido que subiría en estimación de voto. Con el 18,3 % de los apoyos, estaría solo ocho décimas por detrás del PSOE.
La defensa de Rajoy ante todos esos datos es poner en evidencia la ‘inexperiencia’ de Ciudadanos. “No han gobernado jamás”, “el alcalde de Grazalema (del PP) sabe más de cuadrar cuentas y gestionar que cualquiera de ellos” y “cogen modelos y políticas de aquí y de allá como quien compra imanes para el frigorífico” han sido algunos de los ataques que ha dirigido al partido naranja por su búsqueda de recetas fuera de nuestras fronteras y que han sido más celebrados por el auditorio. "No tienen ni idea de España", ha proclamado el presidente, quien también ha recordado que gobernar es "mucho más complicado que meter un gol desde el sofá".
Además de criticar a los "inexpertos lenguaraces" que no gobiernan y "tantos consejos regalan", se ha preguntado qué diría "esa colección de parlanchines si solo hubieran hecho la mitad" (que el PP, se entiende). "Llenarían España de cartelones", "se acabaría el incienso para tanto botafumeiro y no habría medallas para todos", ha ironizado. Rajoy ha reprochado incluso a Cs que el precio que pone en el Congreso para permitirle gobernar sea "mucho más alto" que el que pone a los socialistas en Andalucía.
La táctica favorita del líder ‘popular’ sigue siendo comparar la hoja de servicios, para lo que tira del expediente en blanco de Ciudadanos y aún hoy, siete años de haberle arrebatado el Gobierno al PSOE, de los errores pasados de los socialistas en su reacción ante la crisis. Al principal partido de la oposición le ha reprochado que "se desvive, e incluso se divide, contando cuántas naciones hay en España", mientras el PP gobierna para mejorar esta "gran nación". Ha insistido en que frente a los otros "todo el mundo sabe" que su partido es el que crea empleo o "arregla lo que otros estropean". Ha amentado también que, mientras el PP se afana en los presupuestos y en tratar de aprobarlos, "otros prefieren cultivar la memoria histórica, crear un Estado federal o intentar la supresión de las reformas del Gobierno". Tampoco se ha olvidado de Podemos para advertir al partido de Pablo Iglesias de que hay quienes prefieren "picotear en Irán o Venezuela" que buscar su modelo de país.
En conclusión, Rajoy no iba a dejar que este balance triunfalista y claramente a favor de su partido se estroperar con asuntos como su tolerancia hacia la corrupción que lleva dos décadas salpicando al PP y diez años judicializada o escándalos que mucho después, en plena era de la supuesta regeneración democrática, siguen cuestionando la honestidad de políticos e instituciones como el del máster de Cristina Cifuentes.
En su clausura de la Convención, Rajoy no ha hecho mención alguna al caso en el que la presidenta de la Comunidad de Madrid ha dejado un rastro de irregularidades y mentiras que difícilmente podrán ocultar las dudosas actuaciones de la Universidad Rey Juan Carlos o la intervención de una ‘garganta profunda’ del principal partido de la oposición para ponerlas en conocimiento de los medios. Pese a todo, la hiperactiva Cifuentes no ha dejado de recibir besos y abrazos de sus colegas del PP, incluido el líder, que solo ha hecho esta referencia genérica a la que se avecina con las elecciones autonómicas y municipales para dentro de un año: "No olvidéis una cosa, somos el PP, especialista en salvar las dificultades, el partido que resuelve las crisis, el partido al que recurren los españoles cuando las cosas van mal”.
Tampoco en lo relativo a la crisis catalana se ha mostrado el presidente dispuesto a admitir errores o a variar un rumbo que, hoy por hoy, ha aportado muchas cosas menos soluciones. Todo lo más, Rajoy ha pedido un acto de fe a sus correligionarios y a la población en general asegurando que la crisis catalana va a ser pronto "un mal recuerdo" y que el país seguirá unido y siendo un "ejemplo" de democracia, de libertad y de respeto a los derechos de las personas.
Ha obviado las manifestaciones de la ministra alemana de Justicia, Katarina Barley, quien respaldó la decisión de la justicia de su país de poner en libertad de Carles Puigdemont comentando que el expresidente catalán podría llegar a ser un hombre libre en un país libre, "es decir, en la República Federal alemana". Estas palabras ya fueron criticadas por el ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, por lo que Rajoy se ha limitado a reivindicar la respuesta del Ejecutivo a "la mayor crisis" que a su juicio le ha tocado afrontar, el secesionismo catalán, y que en España se antepone sin "excusas" el cumplimiento de la ley a todo lo demás, como el respeto a las decisiones judiciales, gusten o no. El país, ha sentenciado, es "ejemplo" de democracia, libertad y respeto a los derechos y en él la ley "manda más que cualquier presidente, partido o propósito".
Junto a todo ello, el presidente ha enarbolado la aplicación del artículo 155, la decisión "más dura" que ha tomado el Ejecutivo en la crisis catalana, como un aviso para navegantes. "No queremos que esto vuelva a ocurrir, pero hoy todos tienen más claro lo que pasaría", si se volviera a la situación previa a la intervención de la Comunidad, ha dicho.
También ha puesto en valor la acción legal del Gobierno contra la candidatura de Puigdemont al Govern, una "investidura ilegal" frenada por el Ejecutivo gracias a la cual "un procesado por la justicia no preside la Generalitat". Lo que ahora toca, ha continuado Rajoy, es que Cataluña tenga un gobierno con capacidad de asumir la gestión y con un presidente "viable" al frente, que entre otras cosas trabaje para reconstruir la convivencia entre catalanes. Según ha dicho, "más pronto que tarde” la crisis catalana se va a convertir "en un mal recuerdo" y España seguirá unida, "admirada en el mundo" y ejemplo de democracia.
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