Génova anima a Cifuentes a moverse: «Nadie está por encima del partido»
Las aguas corren cada vez más revueltas dentro del PP por la crisis abierta por las irregularidades en el máster que concedió la Universidad Rey Juan Carlos a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. La tensión entre Génova y el PP de Madrid ya no se oculta. Ayer el coordinador general del partido, Fernando Martínez-Maillo, advirtió en RNE que la decisión sobre el futuro de Cifuentes «es suya, de Rajoy y del PP». Primer tirón de orejas al mensaje filtrado desde la dirección regional el día anterior para blindar en la medida de lo posible la decisión de Cifuentes de resistir. Desde el entorno de la líder madrileña habían advertido de que sólo dimitiría si se lo pedía Rajoy, desautorizando así a Maíllo, a quien Rajoy ha señalado como responsable de la negociación con Ciudadanos y de resolver esta crisis. Para entender qué hay detrás de este pulso hay que tener en cuenta la alianza de la secretaria general, María Dolores de Cospedal, con la presidenta regional, y, al mismo tiempo, que por decisión de Rajoy el partido lo lleva en el día a día Maillo. Su interlocutor principal, además, en todas las cuestiones que afectan a la organización popular.
Moncloa también medió en el pulso y frente al planteamiento de que haya una negociación directa entre Rajoy y Cifuentes, desde el Gobierno defendieron el papel de Génova en la gestión de esta crisis. La dirección nacional apuesta por ganar tiempo y ver cómo avanza la negociación de Cs con el PSOE y con Podemos para la moción de censura que derribaría al Gobierno de Cifuentes. El jefe del Ejecutivo se mantiene fiel a su estrategia de apurar plazos para que sea Cs el que se vea obligado a mover ficha. Es decir, no librar antes de tiempo a Albert Rivera «de sentarse en una mesa con Pablo Iglesias a negociar la censura». En Murcia, ante una operación similar, Rajoy apuró hasta el final los plazos y el partido no anunció el relevo del entonces presidente, Pedro Antonio Sánchez, para evitar perder ese gobierno autonómico hasta que quedaban sólo horas para que se votara la moción de censura. Allí la dimisión fue provocada por problemas judiciales. Pero esta estrategia de sostener el pulso a la oposición y, sobre todo, a Cs, para no ahorrarle posibles desgastes en la travesía previa, no quiere decir que Cifuentes mantenga el apoyo de su partido. Con la excepción de Cospedal, que calla después de haberse pronunciado muy contundemente en favor de la dirigente madrileña, en las filas populares son cada vez más evidentes los esfuerzos de los «primeros espadas» para esquivar los apoyos públicos. Los que sostienen la tesis de que hay que llegar hasta la censura porque esto le pasará un factura cara a Rivera son minoritarios. La prioridad para el PP nacional es conservar Madrid, y mantener la estabilidad, como subrayó Maillo en RNE. La impresión es que Cifuentes lleva tiempo sentenciada, y que lo único que falta es calcular cómo se escenifica para que «el coste sea el menor posible». Basta ver cómo escapaban ayer de los pasillos del Congreso los miembros de la cúpula del Gobierno y del partido, y así no mostrar su apoyo expreso a Cifuentes, para concluir que en el PP no creen en la veracidad de la versión ofrecida por la presidenta madrileña. Las informaciones y declaraciones ante la Policía en contra siguen sumándose. Maíllo insistió en que «no hay todavía una decisión ni la contraria», aunque también subrayó que «nadie está por encima de las siglas del partido».
Desde el PP de Madrid se admite que esta crisis no tiene precedetes, pero aseguran que internamente hay tranquilidad. Siguen viendo a Cifuentes «fuerte y convencida de su verdad» y lejos de inquietarse ante el silencio de Rajoy, ven en éste una oportunidad para que la investigación avance y «demuestre que la presidenta no ha mentido». Conscientes de que penden de un golpe en la mesa que puede llegar en cualquier momento, insisten en que la mejor baza para el partido es agotar los tiempos y «llegar a hasta el final» con su lideresa al frente. «Preferimos morir en la moción de censura, antes que claudicar ante Cs». Y lanzan el mensaje de que el partido «no puede dejar ganar a Rivera en otra comunidad», en referencia a Murcia». Lo contrario, argumentan, «dará fuerza a Cs en un momento en el que no conviene». «El PP no debería plegarse de nuevo ante Cs, sino esperar a que Rivera muestre su verdadera cara votando la moción junto a Podemos, partido con el que dijo que nunca se alinearía».