Arroz amargo
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De esta sesión, programada el sábado a contra natura en un día de puente en Madrid, permanecerá la satisfacción de quienes asistieron al concierto. Algo inolvidable si se piensa en la fascinante interpretación que Juanjo Guillem hizo de «Ru Tchou», facturada por el maestro de Erkoreka Michael Finnissy, perfectamente calculado el gesto, el toque, los silencios y la tensión ambiental, aunque una espectadora se empeñara en romperla tosiendo. Hay que entender que el propio Erkoreka eligió el programa y de ahí el solo de órgano de la «Misa glagolítica» de Janácek, coherentemente resuelto por Kevin Bowyer, intérprete también de sus «Cuatro tientos».
Con independencia del breve, juvenil y encantador «Pápainé» de Ligeti, bien conjuntado por algunos miembros del Coro Nacional de España, la sesión alcanzó otros clímax ante obras de Erkoreka. «Fauve» encierra algo característico en referencia a la intensidad racial, a una idiosincrasia perfectamente reconocible, que surge con aparente facilidad pero que encierra una profunda elucubración. Rafael Gálvez, Joan Castelló, Antonio Martín y Eloy Lurueña dirigidos por Guillem fueron unos intérpretes de lujo. Pero ante Erkoreka también interesa la evocación, en ocasiones culta e histórica como en «Veni creator», importante fin de concierto para coro mixto y percusión bajo la dirección de Miguel Ángel Cañamero. Para quienes se animen, el 26 de mayo se celebrará la sesión sinfónica de esta carta blanca.