¡Más madera!
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Pues lo logrado por los secesionistas catalanes saltándose todas las normas no puede llamarse éxito: salida de más de 3.000 empresas, un déficit monumental, la mitad de su cúpula en la cárcel, la otra mitad huida, la ciudadanía dividida y Ciudadanos como fuerza más votada. A lo que se añade que vuelven a estar a merced de la CUP. Y estar a merced de la CUP es como ir montado en un tigre: si sigues cabalgando te lleva a dónde a él le dé la gana y si te bajas, te devora. Los independentistas catalanes que se han puesto en manos de los antisistema lo tienen mal, no importa lo que hagan. La CUP va a pedirles que declaren sin más la independencia. Si lo hacen, ya saben lo que les espera, la cárcel. Si no lo hacen, la CUP les retira su apoyo y pierden el gobierno. Algo que puede ocurrir hoy mismo, en la segunda votación, aunque no creemos suceda, pues los antisistema, incluso con Ana Gabriel silenciosa y peinadita en Suiza, son tan radicales como crueles, sobre todo con los burgueses. Lo sabremos pronto. No han logrado nada de lo que querían, pero en vez de rectificar, insisten en lo mismo, como los hermanos Marx en el Oeste, quemando el tren al grito «¡Más madera! ¡Es la guerra!». ¿Es lo que buscan? Pudiera ser. Cuando se está desesperado, el choque frontal parece una solución.
Aunque todo puede ser mucho más sencillo: a Puigdemont no le interesa que haya un verdadero gobierno en Cataluña porque él dejaría de ser «president». Así que ha puesto un mandado a armar todo el jaleo posible, mientras él se pasea por las capitales europeas vendiendo su república de papel.