El gasto en I+D se estanca en la última década
«La innovación es irrelevante y está totalmente sobrevalorada», decía hace unos meses Luis Martín Cabiedes, uno de los principales inversores de España en compañías de internet, en una entrevista publicada en el diario «El País». El caso es que el gasto total en I+D de nuestro país no ha avanzado nada en la última década, manteniéndose en el 1,2% sobre el Producto Interior Bruto (PIB), es decir, casi un punto porcentual por debajo de la media europea, según las cifras de Eurostat. Sin embargo, ya decía Albert Einstein que quien formula correctamente el problema tiene gran parte de la solución. Y en esta línea son muchos los expertos que defienden que, hoy en día, la apuesta por la innovación es la única posible.
Las empresas tienen dos opciones a su alcance. O hacen lo mismo que otras compañías a menor precio o hacen cosas distintas para lograr beneficios, lo que incrementa el valor, las ganancias y ayuda a construir países más solventes y competitivos. Pues bien, para hacer cosas distintas no queda otra sino innovar.
Aun así, la I+D no deja de perder peso en España, un país en el que este gasto en porcentaje del PIB bajó en 2015 al 1,22%, frente al 1,24% de 2014. De hecho, según el informe nacional RIO 2017 elaborado por la Comisión Europea, nuestro país es un «innovador moderado», cuyo indicador de inversión en I+D se redujo un 1,8% entre los años 2010 y 2016. Y durante este último ejercicio, para más inri, sólo se ejecutó el 38,2% del presupuesto.
Precisamente por ello, aunque las cuentas de 2018 recojan un incremento del 8,3% de la inversión en I+D, hasta superar los 7.000 millones, muchos expertos desconfían por la no ejecución de lo que contemplan los presupuestos.
brecha
Mientras que las compañías españolas invierten un 0,6% del PIB en I+D, la media de la Unión Europea se sitúa en el 1,2%, o lo que es lo mismo, el doble. Y esa brecha se encuentra, sobre todo, en las grandes empresas, ya que las pequeñas y medianas compañías de nuestro país sostienen prácticamente la mitad de la inversión.
Es más, el esfuerzo en I+D de las empresas españolas de menor tamaño es de los mayores de Europa. En cualquier caso, en 2015 las compañías españolas ejecutaron el 52,5% del gasto total en I+D, uno de los menores porcentajes de participación empresarial en el Viejo Continente, cuyo promedio en 2015 era del 63,3%.
No obstante, y pese a esta escasa inversión general, hay 16 empresas españolas entre las 2.500 compañías que más invierten en I+D en el mundo. Y entre ellas destacan especialmente Banco Santander. La entidad que preside Ana Botín se mantiene en primera posición en gasto en este capítulo a nivel mundial en el sector bancario. Por su parte, Telefónica e Iberdrola, también destacan en los ranking, ya que se sitúan en el cuarto puesto a nivel mundial y en el segundo en la clasificación de la Unión Europea en sus respectivos sectores.
Más valor
Adelaida Sacristán, directora de Estudios y Gestión del Conocimiento de la Fundación Cotec, asegura que, en realidad, la innovación es el elemento que permite a la empresa obtener un mayor rendimiento de los recursos que utiliza en sus operaciones, ya sea porque consigue aumentar el valor de su oferta al desarrollar nuevos productos o porque hace más eficientes sus procesos de producción u organización.
De esta manera, «la innovación supone la generación de valor introduciendo cambios tecnológicos, organizativos o del modelo de negocio basados en el conocimiento. Y la empresa puede acceder al conocimiento por varias vías». Una de ellas, revela Sacristán, es la generación de nuevo conocimiento a través de actividades de I+D interna o externa –desarrollada por terceros–. «Pero la empresa también accede al conocimiento que necesita para innovar a través de la formación de sus empleados, la incorporación de talento, la compra de nueva maquinaria y equipos, la adquisición de patentes o licencias, la absorción de otras compañías..., sin olvidar el conocimiento que va aprendiendo a lo largo del tiempo derivado de su actividad diaria», agrega.
Gracias a la I+D, la empresa es capaz de obtener nuevo conocimiento y puede desarrollar tecnologías que no existen en el mercado y que le confieren ventajas competitivas sobre el resto de las que operan en su mismo sector. Asimismo, el desarrollo de actividades de I+D también les permite conocer y entender las últimas tendencias y avances tecnológicos de su mercado.
Vistas las ventajas, ¿cuánto deben las empresas invertir en I+D? La directora de Estudios y Gestión del Conocimiento de la Fundación Cotec asevera que tanto la decisión de invertir o no en I+D como la intensidad de la inversión –porcentaje de I+D sobre las ventas netas– y sus consecuencias dependen en gran medida del sector, del tamaño de la empresa, de su posición en la cadena de valor, de la dinámica del mercado que atienden y de su estrategia general.
R. G. S.
«La innovación es irrelevante y está totalmente sobrevalorada», decía hace unos meses Luis Martín Cabiedes, uno de los principales inversores de España en compañías de internet, en una entrevista publicada en el diario «El País». El caso es que el gasto total en I+D de nuestro país no ha avanzado nada en la última década, manteniéndose en el 1,2% sobre el Producto Interior Bruto (PIB), es decir, casi un punto porcentual por debajo de la media europea, según las cifras de Eurostat. Sin embargo, ya decía Albert Einstein que quien formula correctamente el problema tiene gran parte de la solución. Y en esta línea son muchos los expertos que defienden que, hoy en día, la apuesta por la innovación es la única posible.
Las empresas tienen dos opciones a su alcance. O hacen lo mismo que otras compañías a menor precio o hacen cosas distintas para lograr beneficios, lo que incrementa el valor, las ganancias y ayuda a construir países más solventes y competitivos. Pues bien, para hacer cosas distintas no queda otra sino innovar.
Aun así, la I+D no deja de perder peso en España, un país en el que este gasto en porcentaje del PIB bajó en 2015 al 1,22%, frente al 1,24% de 2014. De hecho, según el informe nacional RIO 2017 elaborado por la Comisión Europea, nuestro país es un «innovador moderado», cuyo indicador de inversión en I+D se redujo un 1,8% entre los años 2010 y 2016. Y durante este último ejercicio, para más inri, sólo se ejecutó el 38,2% del presupuesto.
Precisamente por ello, aunque las cuentas de 2018 recojan un incremento del 8,3% de la inversión en I+D, hasta superar los 7.000 millones, muchos expertos desconfían por la no ejecución de lo que contemplan los presupuestos.
brecha
Mientras que las compañías españolas invierten un 0,6% del PIB en I+D, la media de la Unión Europea se sitúa en el 1,2%, o lo que es lo mismo, el doble. Y esa brecha se encuentra, sobre todo, en las grandes empresas, ya que las pequeñas y medianas compañías de nuestro país sostienen prácticamente la mitad de la inversión.
Es más, el esfuerzo en I+D de las empresas españolas de menor tamaño es de los mayores de Europa. En cualquier caso, en 2015 las compañías españolas ejecutaron el 52,5% del gasto total en I+D, uno de los menores porcentajes de participación empresarial en el Viejo Continente, cuyo promedio en 2015 era del 63,3%.
No obstante, y pese a esta escasa inversión general, hay 16 empresas españolas entre las 2.500 compañías que más invierten en I+D en el mundo. Y entre ellas destacan especialmente Banco Santander. La entidad que preside Ana Botín se mantiene en primera posición en gasto en este capítulo a nivel mundial en el sector bancario. Por su parte, Telefónica e Iberdrola, también destacan en los ranking, ya que se sitúan en el cuarto puesto a nivel mundial y en el segundo en la clasificación de la Unión Europea en sus respectivos sectores.
Más valor
Adelaida Sacristán, directora de Estudios y Gestión del Conocimiento de la Fundación Cotec, asegura que, en realidad, la innovación es el elemento que permite a la empresa obtener un mayor rendimiento de los recursos que utiliza en sus operaciones, ya sea porque consigue aumentar el valor de su oferta al desarrollar nuevos productos o porque hace más eficientes sus procesos de producción u organización.
De esta manera, «la innovación supone la generación de valor introduciendo cambios tecnológicos, organizativos o del modelo de negocio basados en el conocimiento. Y la empresa puede acceder al conocimiento por varias vías». Una de ellas, revela Sacristán, es la generación de nuevo conocimiento a través de actividades de I+D interna o externa –desarrollada por terceros–. «Pero la empresa también accede al conocimiento que necesita para innovar a través de la formación de sus empleados, la incorporación de talento, la compra de nueva maquinaria y equipos, la adquisición de patentes o licencias, la absorción de otras compañías..., sin olvidar el conocimiento que va aprendiendo a lo largo del tiempo derivado de su actividad diaria», agrega.
Gracias a la I+D, la empresa es capaz de obtener nuevo conocimiento y puede desarrollar tecnologías que no existen en el mercado y que le confieren ventajas competitivas sobre el resto de las que operan en su mismo sector. Asimismo, el desarrollo de actividades de I+D también les permite conocer y entender las últimas tendencias y avances tecnológicos de su mercado.
Vistas las ventajas, ¿cuánto deben las empresas invertir en I+D? La directora de Estudios y Gestión del Conocimiento de la Fundación Cotec asevera que tanto la decisión de invertir o no en I+D como la intensidad de la inversión –porcentaje de I+D sobre las ventas netas– y sus consecuencias dependen en gran medida del sector, del tamaño de la empresa, de su posición en la cadena de valor, de la dinámica del mercado que atienden y de su estrategia general.