La vida de la funcionaria Cifuentes
«Mi vida profesional es la Universidad, no la política». La reflexión, casi profética, que hace ya más de una década realizó Cristina Cifuentes en la entrevista que concedió a una revista de estudiantes está más cerca de hacerse realidad: «Aunque llevo muchísimos años en política, siempre he creído que mi profesión es la Universidad y a ella espero volver». Al pronunciar estas palabras seguramente no pensaba que su ansiado retorno a la vida universitaria se produciría en las circunstancias actuales, tras el abrupto final de su carrera política. Ocupaba por entonces la Vicepresidencia primera de la Asamblea autonómica. Llegarían más tarde sus nombramientos como delegada del Gobierno y presidenta de la Comunidad de Madrid. Tampoco se había matriculado aún en el polémico máster de Derecho Autonómico de la Universidad Rey Juan Carlos, convertido a la postre en el principio del fin de todo. Esta semana, tras renunciar también a su acta de diputada en el parlamento de Vallecas, Cifuentes ha solicitado a la Complutense reincorporarse a la plaza de funcionaria que consiguió en 1990. Y en la universidad ya la esperan.
Aún no tiene asignado despacho. Ni siquiera saben en la UCM a qué facultad será destinada finalmente ni el cometido que desempeñará. Todo ello tendrá que decidirlo en los próximos días Concepción Martín Medina, licenciada en Geografía e Historia y gerente de la universidad. Donde sí figura ya el nombre de la ex presidenta madrileña es en el directorio de la universidad, vinculado provisionalmente a la gerencia aunque, al contrario que el resto de sus compañeros, todavía sin correo electrónico ni número de teléfono. «Es lo que sucede con cualquier otra persona que solicita volver tras acabar su etapa de servicios especiales», precisa una portavoz de la UCM. La sensación de normalidad con la que la Complutense aborda oficialmente este asunto –«es un trámite habitual», insisten– contrasta con el cerrojazo informativo declarado en todos sus departamentos. Ni en el gabinete del rector ni en la gerencia ni siquiera en el departamento de comunicación han querido dar respuesta a las preguntas y dudas de este diario en torno al futuro de su funcionaria más mediática.
La ex líder de los populares madrileños se incorporó a la UCM en 1990 por el conocido como «turno libre», encuadrada dentro del Personal de Administración y Servicios (PAS) como técnico del grupo B. Una década después, ascendió de categoría en un proceso de promoción interna: pasó a ser técnico superior de la UCM, del grupo A. Dentro de este nivel, que es el máximo para los funcionarios integrados en el PAS, Cifuentes podría desempeñar varias responsabilidades tal y como avanzó este diario el pasado jueves, desde la gerencia o vicegerencia de una de las facultades a una jefatura de servicio o de área. Todos ellos, vinculados con la gestión de los servicios económicos y administrativos. También, reconocen fuentes de la UCM, podría terminar destinada en algún puesto del Consejo Social de la universidad: «Aunque ahora no hay ninguna vacante». Y es que este hecho, que todos los cargos de su nivel estén actualmente ocupados dentro del organigrama que tiene sobre la mesa la gerente, puede convertir su vuelta en un sudoku de complicada resolución. Todos los cargos de responsabilidad correspondientes al nivel 30 del grupo A de funcionarios tienen actualmente un titular. «Si podría ser asignada a un puesto del nivel 28, donde sí hay vacantes», añaden. Esta circunstancia supondría, sin embargo, una en su retribución bruta, que podría oscilar entre los 60.303 y los 90.452 euros anuales. El resto de condiciones parece más clara: 35 horas semanales, con 25 días hábiles de vacaciones al año.
Desde el ámbito sindical, consideran que Cifuentes ha hecho lo correcto al solicitar su reincorporación: «Las críticas a su trabajo como presidenta de Madrid ya las hicimos. Ahora, ella está en su derecho de volver. Si no lo hace, perdería su trabajo. Puede resultar chocante o provocar una situación de incomodidad, pero su dimisión no tiene nada que ver con lo que hizo aquí», sostiene Jesús Escribano, secretario general de Comisiones Obreras en la UCM. La comprensión que manifiestan los representantes de los trabajadores hacia su regreso no es compartida por buena parte de los alumnos de esta universidad pública. Nada más hacerse pública la noticia de su reincorporación, la Delegación Central de Estudiantes se apresuró a declararla, vías redes sociales, persona «non grata». «Nos oponemos tajantemente a la reincorporación de Cristina Cifuentes como personal de nuestra universidad. Su caso ha sido una clara evidencia de cómo algunas cargos públicos utilizan las administraciones en favor de intereses políticos o individuales. No queremos corruptelas, tratos de favor y chanchullos en nuestras universidades», añade el Frente de Estudiantes.