Fernando Alonso amagó con irse por los pitos al himno español
Sucedió que hubo algunos pitos en la presentación de la carrera hacia el himno español, al estilo de lo que es atronador y feroz en las finales de Copa del Rey en el fútbol. Libertad de expresión según los que silban y falta total de respeto a los ciudadanos españoles según los que reciben el improperio.
El público de la Fórmula 1 no es el de los hinchas del fútbol, ni se le parece. En Barcelona, en concreto, suele juntarse una amplia representación internacional de seguidores (ingleses, en su mayoría) que apoyan, sin violencia verbal o física, a escuderías diversas: Red Bull, McLaren, Mercedes. Los italianos, a Ferrari. Los españoles, a Alonso y también a Sainz. El ambiente es sano y ajeno a tensiones, y lo mismo sucede en la mayoría de los circuitos del mundo. La cerrazón del fútbol, sus grupos violentos, sus ultras, no existen en la Fórmula 1.
Pero en Montmeló se escucharon ligeros silbidos hacia el himno español, se entiende de parte de catalanes independentistas. Esto pasó mientras los pilotos formaban en el frente de la parrilla, tal y como es costumbre desde que el grupo americano Liberty Media se hizo con la propiedad de este deporte: se interpreta el himno nacional de cada país-sede.
Mientras se percibían los silbidos, tenues, un rictus de incomodidad se dibujó en la cara de Fernando Alonso. Lo captó la televisión, que es neutral en esta crisis política en España. La señal y la realización corren a cargo de la FOM, el organismo que gestiona la Fórmula 1.
Alonso se molestó de veras porque a los pitos al himno español, grosería indecente en un escenario como la F1, siguió la interpretación del himno de Cataluña, Els Segadors, en su versión más larga. El himno español se ventiló en un santiamén y Els Segadors se propagó en un modelo XXL.
Alonso realizó un evidente movimiento de fastidio en la fila de pilotos alineados junto a la meta/salida del gran premio. Sus familiares y allegados llegaron a temer, al ver su reacción, que se decantase, impetuoso como es, por abandonar el lugar en señal de protesta.
No realizó tal desplante, pero al final de la carrera, con el octavo puesto en el bolsillo y cuatro puntos más para su casillero, ejecutó la imagen del día en Montmeló.
Se enfundó en una bandera de España y, junto a Carlos Sainz, su amigo y rival, subió a un estrado en el llamado «corralito», el lugar donde se realizan las entrevistas internacionales de televisión. Se aseguró de que todo el mundo le viese.
Fue un gesto simbólico, preparado, como señal de afirmación y también de protesta por lo sucedido en el prólogo.