La sesión de investidura en Cataluña ha pasado y el bloqueo al que los partidos independentistas tenían sometido al Parlamento autonómico ha sido superado. Queda por delante algún trámite más como la toma de posesión, donde tendremos nuevo ramillete de fuegos artificiales separatistas, y la formación del nuevo gobierno de Puigdemont. Todo ello envuelto en la misma retórica de confrontación acostumbrada, con las mismas palabras llenas de provocación que llevamos escuchando en Cataluña desde hace seis años.