«Mary y la flor de la bruja»: La magia sigue de moda

Mary y la flor de la bruja



El animador Hiromasa Yonebayashi apostó desde su primer largometraje, «Aretty y el mundo de los diminutos», por una protagonista femenina llena de fuerza y carácter para contar una historia plagada de inquietud e ilusión. Hizo lo propio para «El recuerdo de Marnie», película que le valió una nominación al Oscar, y lo ha vuelto a hacer para su tercer filme, que es a su vez el primero del Studio Ponoc: «Mary y la flor de la bruja».


Esta vez ha elegido a Mary, una niña pelirroja que vive en casa de su tía abuela, donde nunca pasa nada. «Tiene mucha fortaleza. Aunque caiga siete veces, se va a levantar ocho y no va a dudar en hacerlo», explica el director. La película relata cómo una pequeña descubre, gracias a un gato negro y a una vieja escoba, una escuela de magia dirigida por Madam Mumblechook y el brillante Doctor Dee.


Pronto descubrirá que allí suceden cosas terribles y que solo ella podrá evitar algo horrible. Pero ¿sigue la magia de moda? «Vivimos en un mundo bastante duro y gracias a la magia podemos imaginar que se puede vivir en otro lugar más sencillo. Esto nos ayuda a poder afrontar los problemas con mayor prediposición», reflexiona.


Studio Ponoc
Esta primera película del estudio salió adelante gracias a un alumno aventajado del mítico Hayao Miyazaki y su Studio Ghibli. Hiromasa Yonebayashi destacó más que los demás y se convirtió en el animador más joven –con 37 años– en dirigir una película de Ghibli con «Arrietty y el mundo de los diminutos» (2010) y estuvo nominado a un Oscar en 2014. Al escuchar los rumores del cierre del estudio de animación, decidió montar el suyo propio bajo el nombre de Ponoc. Parece que ha llegado el momento de que el discípulo intente superar al maestro.



[Hiromasa Yonebayashi, el discípulo que quiere superar a Hayao Miyazaki]