La ultraderecha se convierte en la tercera fuerza política de Suecia
Los pronósticos no se cumplieron. Las encuestas, que habían incluso avanzado resultados superiores al 28% para Demócratas de Suecia, quedaron ayer en entredicho al haber fallado por más de diez puntos. Con más del 95 por ciento del voto escrutado, el partido antiinmigración y antieuropeo DS se situó en 17,7 por ciento de los votos, con un ascenso sobe las elecciones de 2014 de más del 3 por ciento. El Partido Socialdemócrata del primer ministro, Stefan Löfven, fue el más votado con el 28,2 por ciento, por delante del Partido Moderado (conservador), con el 19,6 por ciento. El resto del arco parlamentario quedaría completado por el Partido de Centro (8,6 por ciento), la Izquierda (8 por ciento), el Partido Cristianodemócrata (6,4 por ciento), el Partido Liberal (5,5 por ciento) y Los Verdes (4,4 por ciento).
Pero incluso con estos porcentajes, quedaba claro que los socialdemócratas pierden ocho puntos, 13 menos que en la anterior legislatura, batiendo récord histórico a la baja, con el peor resultado en cien años y cediendo un flujo incesante de apoyos a los populistas de derecha de SD, que reforzaría su papel de partido árbitro y podría permitir con sus votos un cambio de gobierno.
Jimmie Äkesson, el joven líder de Demócratas de Suecia, ha repetido una y otra vez durante la campaña que para establecer ese tipo de alianza sería necesario establecer un precio, en términos de límites a la inmigración y de poner en cuestión la posición de Suecia en la UE, al menos en su totalidad, unas condiciones que, al menos hasta ahora, la Alianza de los cuatro partidos liberal-conservadores no está dispuesta a negociar. Las primeras declaraciones de anoche, en las sedes de los partidos, daban a entender que Suecia tendrá de nuevo un gobierno en minoría de la coalición de izquierdas, aunque las negociaciones previas no van a resultar nada sencillo y no puede ser obviado que el líder del conservador Partido Moderado, Fredrik Reinfeldt, ha asegurado que en esta ocasión los suyos no se abstendrá en el parlamento, a la hora de nombrar jefe de gobierno, para aislar a Demócratas de Suecia, como ocurrió en las elecciones anteriores.
«Podía haber sido mucho peor. Intuyo que el giro de última hora ha tenido que ver con los últimos acontecimientos en Alemania. Los votantes suecos han despertado a la realidad de a dónde lleva realmente ese voto de protesta si se acoge a partidos de extrema derecha, o que tuvieron un componente de extrema derecha en su pasado. El nacionalismo lleva a la violencia contra los otros y los suecos, aunque tienen motivos para protestar, se han dado cuenta a tiempo de que no es eso lo que quieren», trata de explicar el politólogo Niklas Bohlin, de la Mid Sweden University. Otros analistas que seguían en directo el recuento de votos, en las televisiones suecas, se referían como anomalía a las «fake news» o noticias falsas, afirmando que según un estudio de la Universidad de Oxford una de cada tres entradas sobre las elecciones en las redes sociales contenía información engañosa.
A pesar de que el resultado fue finalmente menor que el que adelantaban los sondeos, el ascenso de la ultraderecha nacionalista en Suecia se ha convertido en un fenómeno político de considerables dimensiones y decisivas consecuencias.
Mientras partidos tradicionalmente muy anclados en la política sueca como Los Verdes, miembro de la última coalición de gobierno, parecían anoche a punto de quedar muy reducida su presencia en el Parlamento, el bloque de centro-derecha, que aglutina al Partido Moderado, Partido Popular Liberal, Partido del Centro y Demócratas Cristianos, aspira todavía a situar a Ulf Kristersso n como primer ministro a pesar del retroceso electoral. «Stefan Löfven tiene que dimitir, no puede pretender formar gobierno con este resultado y en estas condiciones», comenzaba a tomar postura tras conocerse los resultados el conservador Partido Moderado, en declaraciones de su secretario general Gunnar Strömmer, «si no está claro si su gobierno tendría respaldo del Parlamento, que no lo está, entonces el primer ministro y todo su gobierno deberían dimitir». Strömmer considera que Kristersson como primer ministro tendría un gran apoyo, basando esta apreciación en un reciente sondeo de la Universidad de Estocolmo que identifica el empleo y la economía como los principales factores de preocupación de los seguidores de Demócratas Suecos para cuestionar las políticas seguidas durante los últimos años. «En ese sentido una Alianza conservadora es lo que necesita ahora el país y podemos proporcionársela», concluía.