La humanidad está ante la amenaza de una guerra comercial provocada por los Estados Unidos y su indescifrable presidente, el señor Trump, que detesta a los inmigrantes, cuando él es descendiente de una, la autora de sus días.
El punto clave son los aranceles, es decir, impuestos a las importaciones de todo tipo que llegan al país del norte; en este caso, nos interesa lo que va a afectar a los productos que genera el campo para la alimentación.
Recientemente, fueron publicados artículos de una organización no gubernamental denominada The New Food Economy, misma que tiene prestigio y ha sido premiada, en los que describe cómo se verá afectada la economía norteamericana gracias a esta guerra encabezada por su Presidente.
En uno de esos artículos, escrito por el señor Alexander, se demuestra claramente cómo el Tratado de Libre Comercio (TLC) ha subsidiado a los granjeros estadunidenses y ha provocado la crisis de inmigración que hoy tenemos.
Menciona que tanto economistas como expertos en comercio, de ambos lados de la frontera, están de acuerdo y consideran que es un terrible error lo que está haciendo Trump. Desde que se inició el TLC, en 1994, el comercio entre los dos países se ha triplicado y, entre otras situaciones, México ha importado 6 millones de toneladas de maíz anualmente. El gobierno estadunidense ha subsidiado a sus agricultores con 106 mil millones de dólares entre 1995 y 2016, ya sea con pagos directos, seguros, sostenimiento de precios y otros.
Esto causó, según el analista, que durante la primera década del Tratado, el precio del maíz que se siembra en México disminuyera un 70 por ciento y que aproximadamente 2 millones de campesinos abandonaran sus parcelas y buscaran trabajo en las ciudades o se fueran a Estados Unidos, originando el caos que hoy tenemos.
Cuando el gobierno mexicano de aquella época nos vendió el TLC como un gran futuro y una supuesta salida de la pobreza de nuestros campesinos, muchos dudaron de tal posibilidad, y la realidad ha demostrado desgraciadamente que había razón.
Ahora, el Presidente electo ha firmado lo que denomina el Plan de Ayala 2.0 para revertir la situación y darle un nuevo impulso al campo. Se espera que contribuya a mejorar la vida de los millones de campesinos y, sobre todo, que se queden en el país y no sufran el hostigamiento y desprecio de las autoridades norteamericanas.
Sea cual fuera la solución final, espera a los alimentos un encarecimiento gradual que abatirá los ingresos del mexicano, bajando su dieta. El hambre será nuestra y los alimentos, ajenos.