Dos preocupaciones se han instaurado en la mente de los inversores estadounidenses. Por un lado, los miedos políticos, con unas elecciones legislativas a la vuelta de la esquina y las tensiones geopolíticas y comerciales presentes. Por otro, ligado a lo anterior, el crecimiento económico tanto a nivel global como aquí en casa comienza a desacelerarse y ello fuerza a realizar ajustes sobre las proyecciones de ingresos y beneficios de muchas compañías.