Peter Cameron: «La idea de vivir una vida y escribir sobre ella me parece demasiado redundante»
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¿Qué supone regresar al universo de «Un fin de semana» más de veinte años después?
Es curioso, porque el mundo del libro me parece al mismo tiempo muy contemporáneo y fundamentalmente diferente. Por ejemplo, cuando apareció la novela el sida era algo devastador, y ahora hay gente con VIH que puede vivir una vida sana. Lo mismo ocurre con el matrimonio gay: es algo por lo que luchábamos, pero que no creíamos de verdad que pudiese llegar algún día.
¿Y en qué sentido sigue siendo contemporáneo?
La gente siente las mismas emociones, sin importar la década que sea, y mis libros siempre giran alrededor de personas que hablan sobre sus vidas personales.
Se podría decir, entonces, que sus libros se apoyan más en las emociones y las relaciones que en los hechos.
Así es. Lo que realmente me interesa es ver cómo cambia la gente a partir de su interacción con otros.
¿Y cómo diría que ha cambiado usted como novelista en todos estos años?
Para mí, escribir no es algo que se vuelva más fácil con el tiempo. Al contrario. Cada vez que empiezo una novela es como si comenzase de nuevo; como si estuviese haciendo algo por primera vez y no supiese muy bien cómo resolverlo.
Al final será verdad que, en realidad, Peter Cameron son muchos escritores en el cuerpo de una misma persona.
Es que no quiero escribir el mismo libro una y otra vez. Quiero que cada uno tenga su estilo y sus propias experiencias. Veo mis libros y tienen mucho en común, sí, pero al mismo tiempo son muy diferentes. Esto es así porque no escribo novelas autobiográficas. Para mí, el gozo de escribir es poder salir de mi propia vida; estar en otro mundo. La idea de vivir mi vida y escribir sobre ella me resulta demasiado redundante.
¿Es más difícil escribir novelas como las suyas, basadas en las emociones y los sentimientos, ahora que el ambiente está tan enrarecido?
n realidad, para mí siempre ha sido igual de complicado. «Un fin de semana», por ejemplo, lo escribí durante la crisis del sida, por lo que como novelista gay tenía mucha presión. Se suponía que era muy importante que me mostrase abiertamente político, pero en vez de eso me dijeron que había hecho un libro decadente; un libro que únicamente trataba la vida emocional de las personas. En aquel momento me sentí culpable, pero luego me di cuenta de que yo no era una escritor político: lo que me interesa es la vida de las personas.
Creo que acaba de terminar una nueva novela.
Así es. Se trata de un libro oscuro, ya que esa es la atmósfera que se respira ahora mismo en Estados Unidos. Pero incluso así, déjeme decir que el humor es muy importante en todas mis novelas. Pase lo que pase, siempre seguirán ocurriendo cosas divertidas, y es muy importante prestar atención a eso, ya que ayuda al lector a conectar con el mundo del libro. Si puedes escribir de dolor y sufrimiento e incorporar el humor, conseguirás que el lector preste mayor atención.
Hablando de cosas dolorosas, ¿está contento con las adaptaciones al cine que se han hecho de novelas como «Algún día este dolor te será útil» y «Aquella tarde dorada»?
-No, pero creo que es algo normal en todos los escritores. De todas maneras, soy muy consciente de que son dos cosas diferentes. Y si como escritor no me gusta que me digan lo que tengo que hacer, tampoco le diré yo a un director cómo hacer las cosas. Una vez vendes los derechos, de poco te puedes quejar.