Probamos Xiaomi Mi 8 Lite: un móvil para los que no quieren arruinarse
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Resultado de esta apuesta es la etiqueta «Lite» que acompaña a algunos de sus propuestas. La inercia o costumbre lleva a pensar que se trata de un móvil de mala calidad. En este caso, el Xiaomi Mi 8 Lite es, más bien, diferente. Porque el modelo del que partiría en teoría, el Mi 8, es ligeramente de menor tamaño y tiene una belleza diferente. Con una estética elegante y refinada, podría pasar a simple vista por cualquier buque insignia, pero le delatan en parte sus especificaciones, menos rompedoras que otros modelos de mayor fuste.
Ficha técnica
Pantalla
6.26 pulgadas
Resolución
2.280 x 1.080 p
Dimensiones
156,4 x 75,8 x 7,5 mm
Peso
169 gramos
Chip
Snapdragon 660
RAM
4/6 GB
Memoria
64/128 GB
Batería
3.350 mAh
SO
Android
Precio
349 euros
Pero cumple perfectamente con su cometido. Funciona de manera solvente a pesar de contar con un motor Snapdragon 660 de Qualcomm. Sin ser el mejor en potencia bruta, su desempeño sorprende. Y más por su propulsor de 4 GB de memoria RAM, que le confiere una gran fluidez en su manejo diario. Abrir aplicaciones, trastearlo, navegar y realizar cualquier tipo de tareas se resuelve de manera competente.
A nivel estético, está diseñado por un armazón que mezcla metal y vidrio. Tiene una pantalla de 6.26 pulgadas que, de entrada, puede provocar el rechazo de muchos consumidores. Pero dada su relación de aspecto y sus escasos bordes no es excesivamente grande. Más bien al contrario, se maneja muy bien con una sola mano porque es muy compacto. También gana puntos el hecho que no es demasiado pesado (169 gramos).
Su resolución, de 2.280 x 1.080 píxeles, se sitúa en lo normal. Tiende, eso sí, a potenciar los blancos, pero cualquiera podría echar en falta un chip NFC para realizar pagos móviles, preferir un panel de tipo OLED de esos que están tan de moda o, por qué no decirlo, que tenga la clavija para auriculares. Es cierto que esta clavija de 3.5 milímetros está desapareciendo del mercado, pero para muchos usuarios todavía es algo necesario. Sí viene, en cambio, con el puerto USB-C, que es ya un estándar en la industria.
El terminal parte de los 64 GB de almacenamiento, que no es poco, pero a día de hoy casi insuficiente. Es posible, sin embargo, encontrar una configuración que llega hasta los 128 GB y 6 GB de memoria RAM, que ya son palabras mayores. Su apartado fotográfico es muy equilibrado también, pero no está a la altura de los principales buques insignia, eso es así. Está compuesto de una doble lente trasera de 12 megapíxeles y 5 megapíxeles que recuperan las imágenes muy bien. Permite capturar imágenes con efecto retrato -desenfocar el fondo- pero su resultado presenta algunas dudas por su sistema de enfoque y recorte de la silueta.
Se potencian algunas escenas, en cambio, por medio de algoritmos de «aprendizaje automático», una tecnología presente en la actualidad en algunos de los móviles más avanzados del mercado. Ahora, Xiaomi ha querido llevar esa experiencia a este terminal de precio contenido. Cuenta con un sistema HDR, aunque gobernar su criterio es una lotería; va a su ritmo y tiende a sobresaturar algunos colores.
La cámara frontal ya es otra cosa; tiene un sensor de 24 megapíxeles con tecnología superpíxel que agranda los píxeles para capturar más luz. El resultado, acompañado por un sistema de detección de escenas y desenfoque por Inteligencia Artificial, permite al «smartphone» lucirse en un terreno en el que cada vez más se está prestando mayor interés en el sector. El sensor de huellas, ubicado en la parte posterior central, se sitúa como el método principal de desbloqueo. Su batería, aunque decente, deja algunos sinsabores. Tiene una pila de 3.350 mAh y aguanta muy bien una jornada completa, aunque a veces da la sensación que se ha agotado con demasiada facilidad, pero eso depende del uso de cada uno.