El recuerdo de Rita
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Rita, la que no necesitaba ni apellido para ser reconocida, se convirtió en un icono de la ciudad porque mezcló con habilidad política su pasión desmedida por una Valencia que adoraba y una fuerza imbatible que conquistaba a una inmensa mayoría y desconcertaba a otros. Pudo haber errores, como cualquiera y como en cualquier sitio. Lo contrario no sería humano. Pero es innegable que bajo su batuta esta ciudad fue lo que aspirábamos a ser y todos nos habían negado hasta su llegada.
De ella se han escrito, se han dicho y se sacudirán mil cosas porque solo el tiempo le devolverá la razón de ser y el honor de haber capitaneado durante años esta ciudad. Lo decíamos antes: solo el tiempo mitiga dolores. Y lamentablemente, solo el tiempo da y quita razones… Y toca esperar.
Pero en este tiempo de espera, toca también asistir a momentos que a uno le remueven por dentro. Hace una semana, leía cómo un concierto se publicitaba con la imagen que denigraba a la Alcaldesa coincidiendo con el aniversario de su fallecimiento. Obviamente, mi primera reacción fue la rabia. Luego, el dolor y el enfado. Y, al rato, cuando me decidí a colgar en redes un comentario, solo me acompañaron la lealtad y la necesidad de ser justo. Porque cuando una persona no tiene opción de defenderse, alguien debe de hacerlo por ella. Y por eso decidí escribir estas líneas que hoy escribo.
Lamento, y mucho, que en esta sociedad desprestigiar a alguien que sencillamente no está nos sirva para promocionar nada. Calculo que quienes lo hacen se sienten absolutamente transgresores, cuando no tienen mayor categoría que la de gamberros de patio de colegio. Y se sienten orgullosos de “la que han liado” con acciones que solo me inspiran arrogancia, cobardía, mediocridad y falta de humanidad. Sí, de humanidad. ¿Qué clase de persona es capaz de acometer tales vilezas? Pues evidentemente aquel tipo de persona que se forma con una educación en casa donde se les dice que todo vale o en ausencia de educación… Pero todo, siempre, no vale. Y ante eso no debemos de callar. Porque aunque cueste mucho, algunos seguimos defendiendo la decencia, el honor, el respeto y la dignidad: valores que llevan por bandera mordida entre dientes y que, por nobleza propia, no les acompañarán nunca.
Lo terrible es que al adiós de la Alcaldesa no podemos acostumbrarnos: quienes sentimos su pérdida porque extrañamos a la persona que se fue y quienes la vapulearon hasta después de muerta, porque contra Rita todo les valía y ahora se han quedado huérfanos de odio.
Y es que hay algo que sobresale en todo esto y que solo fui capaz de ver cuando me sacudió con vehemencia la noticia de la que les hablaba: que tampoco debemos de renunciar al recuerdo y acostumbrarnos a que nuestra memoria de ella se diluya. En justicia corresponde a todos reivindicar su legado, del que sí que disfrutamos los valencianos. Y si esto no les vale a quienes siguen prefiriendo el ruido, entonces no les pediré que reivindiquen la Valencia que alcanzó luz, pero sí que le dejen descansar aunque solo sea por una cuestión de humanidad.
*Jaime López Bronchud es vicesecretario de Comunicación del Partido Popular de la Comunitat Valenciana